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Los resultados del primer año de Joe Biden dejan mucho que desear: polarización política, complejo rebrote del Covid-19, reveses judiciales, estancada agenda legislativa, economía en crisis, tensiones internacionales con Rusia por Ucrania, pero especialmente, un profundo pesimismo de los estadounidenses por el rumbo del país.
Al cabo de 12 meses de la toma de posesión del presidente demócrata, hoy 20 de enero, en medio del caos generado por el violento asalto al Capitolio por partidarios de Donald Trump, su rival, y quien se negó a reconocer la derrota electoral como muestra de la polarización del país que heredó Biden, el panorama actual contrasta con el optimismo que generó su llegada a la Casa Blanca.
Hay que recordar que el Presidente número 46 de Estados Unidos obtuvo la mayor votación en la historia del país norteamericano: 81 millones de personas lo apoyaron. Pero apenas alcanzó una escasa mayoría en el Congreso, lo que ha puesto en aprietos su gobernabilidad.
Para Dorian Kantor, profesor de Relaciones Internacionales y Ciencia Política de la Universidad Javeriana, el balance del primer año de Biden es mixto.
Destaca logros importantes de su Administración, sin embargo, dice que según las últimas encuestas, menos del 40% de los estadounidenses aprueban su desempeño laboral, mientras que casi el 60% lo desaprueba.
En ese contexto, Kantor opina que “la sociedad estadounidense está mucho más polarizada hoy que hace cinco años, y su partido no puede ponerse de acuerdo en objetivos importantes, lo que ha hecho que su programa legislativo se estanque”.
Biden prometió mucho: sanar la democracia, unir a la nación, derrotar a la pandemia, abordar los arraigados conflictos raciales y económicos, “humanizar” la crisis migratoria y convertir de nuevo a Estados Unidos como el líder en el concierto mundial.
David Castrillón, docente e investigador de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia, lo resume como un “año más de discursos que de sustancia, es decir, pocos cambios”.
En concreto, se refiere al hecho de que Biden dijo durante su campaña presidencial que sería su prioridad temas como cambio climático, migración, control de armas, protección social.
A su juicio, “esta falta de acciones apunta a un estado fragmentado de la sociedad estadounidense, un Estados Unidos profundamente dividido, en el que aún la gran mayoría republicana no reconoce a Biden como el presidente legítimo del país”.
Ahora bien, sin duda, el mayor sacrificado de esta polarización política ha sido la agenda programática de Biden.
Lawrence Gumbiner, profesor adjunto de la Universidad Javeriana de Bogotá y consultor internacional, subraya en ese sentido que a pesar de su historia como conciliador y amistades con muchos republicanos, Biden no ha podido frenar la polarización en el país, y no ha logrado gobernar con una coalición de ambos partidos.
“La brecha entre los republicanos y demócratas es tan fuerte como siempre”, insiste el también exdiplomático estadounidense.
En consecuencia, apunta Castrillón, hay un Congreso, que a pesar de estar bajo control de los demócratas, el partido de gobierno, ha sido incapaz de legislar frente a los asuntos de prioridad para el mandatario estadounidense.
Cita como ejemplo el proyecto de Ley de Protección Social de unos 2.000 millones de dólares, el cual está estancado en buena medida, por las divisiones no solo entre republicanos y demócratas, sino al interior del mismo partido de gobierno.
Además advierte un segundo año doloroso para Biden y los demócratas, quienes se piensa perderán control del Congreso, en los comicios legislativos de noviembre próximo.
Logros y aciertos
Pero no todo ha sido malo. Gumbiner destaca la aprobación de la Ley de Infraestructura por 1,2 billones de dólares y la reducción del desempleo sustancialmente, que en diciembre pasado se ubicó al 3,9%. Otra victoria es el paquete de ayuda contra el Covid-19 por 1,9 billones de dólares para las familias particularmente afectadas por la pandemia.
¿Entonces, a dónde ha llevado todo esto?
Hay un sentido entre los estadounidenses de decepción hacia su Presidente, que no ha cumplido sus propuestas y finalmente se reflejan en su popularidad, asegura Castrillón.
El estadounidense promedio no reconoce los aciertos de Biden, y la polarización opaca sus logros. Desde esa perspectiva, el balance de su gestión es negativo con tendencia a empeorar si su partido pierde el control de las dos cámaras del Congreso en las elecciones, que lo dejaría aislado en la Casa Blanca.
Desempeño a nivel internacional
En el ámbito internacional, Joe Biden reintegró a EE.UU. al acuerdo climático de París y ha concentrado los esfuerzos multilaterales de controlar la capacidad nuclear de Irán.
Aunque uno de sus mayores errores en política exterior fue la salida de Afganistán en agosto pasado. A pesar de que fue la decisión correcta después de dos décadas de guerra, “fue ejecutada en una manera desastrosa en muchos niveles”, estima el exdiplomático norteamericano Lawrewnce Gumbiner.
“Internacionalmente, tomó pasos para volver los EE.UU. a los procesos multilaterales y regionales. Donald Trump manejaba las relaciones de una manera transnacional y bilateral”, describe.
En estos momentos enfrenta el duro desafío de aliviar una crisis en Ucrania, en medio de temores de que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, pueda invadir y causar la peor crisis geopolítica en Europa desde la Guerra Fría.
El docente universitario Dorian Kantor, en tanto, cree que “Estados Unidos se enfrenta ahora a un mundo multipolar en el que China y Rusia están dispuestas a enfrentarse directamente a la potencia norteamericana”.
Destacado
La vacunación se politizó en el país. El 38% de ciudadanos aún no tiene la pauta completa.
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