A los 200 años de expedida la Constitución de Mariquita, el hecho histórico más importante que haya tenido lugar en lo que hoy es el Tolima, abogamos por el fortalecimiento político, social, económico y cultural de la vida provincial y local, como lo plantearon José León Armero y los constituyentes de 1815. En consecuencia, reivindicamos el legítimo derecho a definir con autonomía nuestro propio destino y crear las condiciones que generen oportunidades de realización individual y colectiva.
La recuperación del patrimonio histórico-cultural del Tolima, que contribuye con el resto de regiones a conformar la identidad colombiana, es una responsabilidad de todos. Proponemos que en escuelas, colegios, universidades y demás centros educativos y culturales se divulguen los aspectos más importantes de ese patrimonio, insignia espiritual de nuestra identidad.
Proclamamos la necesidad de propiciar un desarrollo económico y social dentro de un marco de respeto a la herencia de bienes naturales que nos ha sido prestada,en particular, el río Grande de la Magdalena, cuya recuperación y preservación debe ser una cuestión innegociable para tolimenses y colombianos.
La globalización económica y tecnológica genera nuevas relaciones entre la aldea global y la aldea local. Así, el bilingüismo y el acceso a las tecnologías de la información y el conocimiento se convierten en una condición básica para que nuestras comunidades se conecten entre sí y con diferentes culturas y pueblos. Creemos en la sociedad red y en el intercambio de saberes y experiencias, como instrumento para la generación de prosperidad.
El liderazgo y la responsabilidad social son valores esenciales de las comunidades y de cada persona. Por tal motivo creemos que la transformación social es consecuencia del cambio individual, más que de la acción gubernativa, y que de esto depende la existencia de una sociedad ética y transparente, en donde los recursos públicos y privados tengan un uso pulcro y racional; unas provincias con mayor capacidad de autogestión; unas comunidades con empatía y sentido de cooperación y unas personas con virtudes cívicas y valores de solidaridad.
Como tributo a quienes durante estos dos siglos han perdido su vida en suelo tolimense, a causa de conflictos personales o colectivos, nos comprometemos a aportar en la construcción de unas comunidades pacíficas y tolerantes. Para esto, promoveremos una pedagogía de resolución pacífica de todo tipo de conflictos y una cultura de la convivencia.
Finalmente, exhortamos a todas las instituciones públicas, empresas privadas, organizaciones gremiales y cívicas, a que desde su ámbito propicien el cumplimiento de estos propósitos y los asuman como propios suscribiendo la presente declaración. De esta manera se obtendrá la sinergia social necesaria para hacer del Tolimauna tierra buena, amable y próspera.
San Sebastián de Mariquita, 21 de junio de 2015.
(*) Este documento se suscribirá hoy, con ocasión del bicentenario de la Constitución de Mariquita.
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