Formar en ciencia, un paso hacia el progreso

Columnista Invitado

Es indiscutible que el sistema educativo debe establecer las herramientas y estrategias que faciliten la adquisición de conocimientos, pero en un mundo como el actual se deben garantizar que el estudiante vincule sus intereses a la cultura científica y tecnológica, lo que conlleva a que los esquemas de formación tengan dentro de su estructura curricular una enseñanza adecuada y pertinente de las ciencias.

No es un secreto que en la sociedad en la que vivimos, la ciencia y la tecnología son una pieza fundamental de la maquinaria del progreso y del avance en todos los ámbitos, desde lo cultural hasta la económico, y alcanzando incluso lo religioso. La población necesita de una visión clara de la cultura científica para comprender la complejidad y globalidad de la realidad que envuelve el día a día.

Es perentorio que los individuos adquieran habilidades que permitan un adecuado desenvolvimiento en la cotidianidad y una interacción creciente con el entorno, con el mundo laboral y productivo. Las ciencias hacen parte de la vida social y son el instrumento mas sensible para interpretar y comprender la cultura contemporánea.

Un ciudadano promedio con seguridad ha tenido en algún momento algún tipo de acercamiento con un tema relacionado con la ciencia, probablemente a través de la salud, el transporte, los medios de comunicación, el medio ambiente, o en la disciplina en la que se desempeñe; pero el nivel de apropiación y uso de los recursos depende de la comprensión que se tiene acerca de estos. No se debe limitar solo a ser un observador o consumidor, sino que se debe participar en la transformación y la creación, y esto se logra con una oportuna y adecuada formación en las instituciones educativas.

Es un mito extendido que el estudiar ciencia es para individuos con capacidades intelectuales excepcionales, diferentes al resto, o que una mínima parte de la población puede capacitarse y dedicarse a ella, sin embargo, todo esto es algo que se aparta de la realidad y que termina siendo contraproducente. La historia cuenta que grandes científicos han surgido de manera humilde y con esfuerzo, inclusive levantándose de derrotas y haciendo frente a las dificultades, y han impactado profundamente el avance de la humanidad.

Estudiar física, matemáticas, biología, química, que son áreas de primer nivel del conocimiento y la cultura, partir de las cuales surgen multitud de profesiones, necesitan de disciplina, pasión, y convicción; sin embargo, estos son atributos que son fundamentales para la formación en cualquier otra disciplina, lo que indica que un científico no es una persona extraña o especial, es una persona convencida de lo que quiere y de lo que puede lograr.

Es así cuando un niño tiene el sueño de ser científico, manifiesta el gusto por las matemáticas, o por cualquier otra rama asociada con la ciencia, se debe alentar, rodear, incentivar y acompañar; esto inicia desde el hogar, dejar atrás los prejuicios e ideas infundadas por la sociedad de consumo. Ser científico es un proyecto de vida, que como su nombre lo indica no tiene fin, no finaliza cuando se jubila y deja legado. Los científicos son formadores y contribuyen al conocimiento global. Nuestra región y Colombia necesita de individuos que aporten decididamente al progreso.

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