El acceso al agua potable es un derecho humano; en Colombia, además, es un derecho fundamental y por eso le corresponde al Estado garantizarlo a todos los habitantes de la nación. La Corte Constitucional ha proferido numerosas sentencias en este sentido, pero la realidad señala que las decisiones no han conseguido comprometer a las entidades responsables, pues esta es una deficiencia que está lejos de superarse. Solo el 46% de la población goza de este servicio; es decir, más de la mitad de los colombianos están en riesgo de padecer enfermedades relacionadas con la insalubridad del agua y no pueden satisfacer sus necesidades de consumo, cocina e higiene.
Los campesinos son los más afectados por la falta de agua potable. Los acueductos veredales existentes son rústicos, precarios y aunque consiguen llevar agua, esta no es apta para el consumo humano. Al abandono consuetudinario se añade que los proyectos destinados a suplir esta necesidad no llegan a feliz término, porque las obras son mal planificadas y peor ejecutadas.
Los municipios de Colombia están llenos de construcciones inconclusas, abandonadas e inservibles, pero en las cuales se sepultaron miles de millones de pesos.
Es lo que sucede en Olaya Herrera (Ortega). Desde 2005 se comenzó la construcción de un acueducto para llevar agua potable a este centro poblado y ocho veredas más. Han pasado 16 años, se han invertido más de tres mil millones de pesos y el resultado es un elefante blanco, según la Contraloría, pues existe una infraestructura que no está prestando ningún beneficio.
En 2009 se celebró un convenio con Fonade para la ejecución de la primera etapa del acueducto, que consistió en la construcción de una bocatoma, un desarenador, un tanque de 250 metros cúbicos y 20 kilómetros de redes de conducción y distribución. Sin embargo, la obra quedó sepultada por una creciente del río Macule.
A instancias de la comunidad, la Contraloría General de la República convocó una audiencia pública a la que asistieron los entes involucrados en la salvación de este proyecto. Allí se formularon compromisos para aportar recursos, por parte de la Gobernación y la Alcaldía, y Cortolima anunció una visita técnica para localizar nacimientos de agua en las veredas; en conclusión, existe interés gubernamental para concluir la obra. Ojalá que no tengan que pasar otros 16 años para que los campesinos de esa zona de Ortega vean cumplido su sueño de tener agua potable.
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