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Para sobrevivir, sus pobladores debían pasar buena parte de su tiempo en los refugios antiaéreos, donde los padres buscaban que sus hijos se olvidaran un poco de la guerra, se concentraran en sus deberes académicos y se distrajeran con juegos, lecturas, el arte, e incluso la música.
Esto fue lo que ocurrió con una familia de ascendencia armenia, quienes buscaron que fuera la música la válvula de escape para sus hijos, como el violín para el pequeño Ara Malikian.
Fue la mejor manera de desconectarse del horror de la guerra, a través de la música y los hermosos sonidos de un violín, lo que hizo que se desarrollara rápidamente, por lo que, con tan sólo 12 años, fue considerado un niño prodigio, que ahora recorre el mundo con su arte, y ahora volverá a los escenarios de Colombia.
En Colombia
Radicado desde hace mucho en España, estará en el país para presentarse el 5 de mayo en el Teatro de la Universidad de Medellín, al día siguiente en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán de Bogotá, el 13 del mismo mes en el Teatro José Consuegra de Barranquilla, para finalizar el 16 de mayo en el Teatro Jorge Isaacs de Cali, con el fiel testimonio que demuestra que la música salva vidas.
“He tenido la oportunidad muchas veces de visitar este bello país porque tengo bastantes amigos. Conozco bien el país y muchas ciudades”, comentó Malikian, quien dentro de su próximo trabajo discográfico incluirá una canción del folclor colombiano.
Sus presentaciones en el país tendrán como base su más reciente álbum, ‘Ara’, el cual está inspirado en el mundo imaginativo de su pequeño hijo.
“Lo compuse durante el confinamiento, cuando pasé de realizar 120 conciertos al año a estar todo el tiempo en casa, haciendo parte del día a día de mi hijo y mi familia, fue maravilloso disfrutar de su mundo grande, lleno de fantasía, donde la imaginación de un niño de siete años lo puede todo”, continuó el artista.
Y agregó, “Fue muy inspirador para mí, por lo que de ahí salieron todos los temas del álbum y la temática de los conciertos que presentaremos en Colombia”.
Dice que la pandemia ha sido un desgaste mental y físico, no sólo para él o los artistas, sino para todo el planeta
“Hemos tenido muchas malas noticias, desgracias y fallecimientos, donde las despedidas se dieron en soledad, lo cual es muy duro. Pero nosotros somos humanos, tenemos siempre que sacar algo positivo de las situaciones, y en este caso, darse cuenta de las cosas pequeñas que tenemos y que debemos disfrutar, para cuidar a nuestro planeta, a nuestra sociedad, nuestro seres queridos, y ese fue el aprendizaje durante estos dos años tan extraños”.
Atrás quedó el confinamiento, ese proceso de no hacer conciertos o hacerlos virtuales, para luego pasar a los aforos limitados, con el distanciamiento social y las medidas de seguridad necesarias, viajando poco fuera de España, por lo que disfruta cada uno de los conciertos que hacen parte de su actual gira mundial.
“Ya he vuelto a tener un ritmo bastante grande de conciertos, pero no debemos olvidar el aprendizaje del confinamiento, del valor del tiempo en casa y de mi familia. Estamos poco tiempo en este planeta y debemos disfrutarlo”.
Se considera un músico muy inquieto. La fuente de inspiración más grande ha sido alimentarse y conocer la música de distintas culturas, las folclóricas y músicos auténticos.
“Con la suerte que me ha dado la vida de viajar mucho a América Latina, y más en Colombia, porque durante 15 años tuve una pareja colombiana, por lo que me siento un poco colombiano también. Tuve la oportunidad de conocer muchos músicos colombianos, con su buen folclor y las nuevas tendencias en música, y mucho se ha quedado en mi música de todo lo que he aprendido allí”.
Confiesa que no es sencillo para él poder hablar de su propia historia, pero en los tiempos que corren, sabe bien lo necesario que llega a ser el testimonio de un niño que sobrevivió a la guerra gracias a su familia pero también al arte.
“Fue bastante difícil porque vengo de un país que estaba en guerra, algo que los colombianos conocen bien por su historia. En mi país la guerra empezó cuando tenía apenas cinco años y dejé el Líbano a los 15 años. Todo lo que viví en la guerra intenté olvidarlo, pasar la página y esconderlo en el disco duro del cerebro para poder seguir adelante, ver el futuro y vivir el presente, buscando borrar la desgracia que he vivido allí”.
Y agregó, “Fue difícil recordar eso y mi camino en la música donde fue difícil hacerme escuchar y respetar. Fue una gran terapia, una buena manera de aprender a disfrutar de dónde uno está sabiendo de dónde uno viene”.
Con tristeza ve cómo el mundo no cambia, como reviven viejos conflictos y así como hace más de tres décadas le ocurría a su familia y a él, muchos deben vivir en los refugios con el terror de los ataques y bombardeos.
“El mundo no aprende y cae siempre en errores como la guerra. Es lo más triste, pero es así. Además, la guerra de Ucrania es una guerra que a los grandes medios de comunicación les gusta informar, pero en el mundo existen muchas otras guerras que nadie informa y es preocupante ese silencio por razones políticas o económicas”.
Y finalizó, “El arte no puede parar, la música no se detiene, pese a las pandemias, a la censura o a las guerras, porque el arte es indispensable para sobrevivir y para la salud mental”.
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