Cuatro décadas fabricando balones

ANTONIO GUZMÁN OLIVEROS - EL NUEVO DÍA
La microempresa Antoki le abrió las puertas a #HechoEnTolima, para enseñar la elaboración del balón vulcanizado.

Pedro Antonio Holguín nació en Monguí, el pueblo boyacense donde viven de fabricar balones. En esta población de cinco mil habitantes se crió este hombre que trasladó hace nueve años su microempresa a Ibagué.

Él, junto con su esposa Carmen Torres, producen desde hace 40 años el balón Antoki, un nombre particular que nació de la unión de dos palabras; ellos fabrican balones profesionales y de combate, cosidos y vulcanizados y para fútbol, microfútbol y publicitarios.

La vida de Pedro Antonio ha estado siempre relacionada con las esferas, pues cuenta que aunque nació en una vereda, a los ocho años cuando fue al pueblo y supo qué era un balón.

Cuando creció le dieron la idea de crear su propia empresa, pero como no tenía idea de cómo se fabricaban y mucho menos los moldes, entró a una fábrica de su pueblo natal, donde le pasaron las láminas y empezó a trabajar en ellos.

“Siempre me ha gustado producir calidad, por eso mis balones son buenos y hasta los empezaron a comprar en droguerías; se venden en todos lados”, narra Holguín.

Imagen eliminada.

Luego llegó el auge del balón vulcanizado y también le propusieron que lo elaborara, como no tenía idea de cómo se creaba volvió a entrar a una empresa para saber cómo era el procedimiento.

“Empecé a ver cómo forraban las bombas con hilo, les metían trapos, pegante y otras miles de maromas. Tras ver esto, me fui a comprar los materiales, pero no me salían los balones redondos, probé cortando los sobrantes y quedaban más deformes. Tuve que volver a mirar cómo se hacían.

“Un día me dio tanta impaciencia que lloré de cólera, pero después de tanto trabajo salió. Luego me fui a vivir a Bogotá, y en una ocasión llevé un balón para mi vereda y allá me preguntaron dónde lo había comprado, al responder que yo los fabricaba me pidieron que los llevara para vender”, rememora.

Su traslado a Ibagué se debió a que la mayoría de contratos los tenía en la capital tolimense y para ahorrar gastos se mudó, sacó los permisos para poder trabajar sin problemas y pagó los impuestos correspondientes.

Imagen eliminada.

 

Solos

En su casa, esta pareja de boyacenses trabaja con un empleado, pues sus hijos no se interesaron por este arte, aunque cuentan que en Ibagué es complicado conseguir mano de obra responsable, pues los trabajadores sacan muchas excusas para cumplir con las horas laborales.

“A mi esposa la conocí en unas fiestas en el pueblo de Mongua, cerca a mi pueblo, la vi y dije, ‘traigámonos a esta mujer conmigo’”, recuerda entre risas.

Su mujer le responde de manera jocosa el comentario y recuerda los días en que tenía que coser los balones. “Antes de tener las máquinas era más difícil, al menos 15 minutos duraba forrando la ‘vejiga’ y cosiendo otro tiempo más”.

 

Así se fabrica un balón

Antoki surgió tras unir el nombre del propietario con una fábrica de balones llamada Tokio. Don Antonio se ‘enamoró’ de ese nombre y decidió fusionarlo y para conocer cómo se elaboran estos artículos, la empresa le abrió las puertas a #HechoEnTolima.

Imagen eliminada.

La bomba o ‘vejiga’ se llena de aire y se toma la medida ideal de la circunferencia (depende el número del balón: 1; 3; 3 1/2 o 5)

En la máquina enrolladora se forran las bombas con hilo terlenca, un proceso que dura tres minutos; cuando se forraban a mano duraban 15 minutos.

Cuando se toma una nueva medida, se cubren totalmente con pegante, una mezcla de látex, amoniaco y otras sustancias.

Las esferas son colgadas para que se seque la masilla, esto puede tardar unas 10 horas, al término de esta, se pone otra capa.

Previamente, en la máquina cortadora se han sacado los triángulos, pentágonos o el molde para el balón que se vaya a crear.

Estos moldes salen de un cuero llamado cordobán, el cual también es embadurnado con pegante.

Imagen eliminada.

Para el balón fino, los moldes son estampados y luego prensados para dar relieve y estética al producto; luego se planchan en hormas lisas.

Para el balón de combate se pone en una horma de aluminio que en su interior trae los logotipos, allí se pone los adhesivos que grabarán el cuero.

Las hormas deben quedar selladas con tornillos y luego se pasan por agua hirviendo, un proceso que dura cerca de cuatro minutos.

Al ser sacados, pasan a tanques de agua fría.

Finalmente, el balón es forrado en plástico y enmallado para ser comercializado.

Balón de microfútbol

 Si bien el proceso es similar al del balón de fútbol, la diferencia es que la ‘vejiga se rellena con trapos y debe pesar 300 gramos sin aire.

El balón de micro, en esta empresa, se llama Hólter, la combinación entre los apellidos Holguín y Torres.

Imagen eliminada.

Credito
ANTONIO GUZMÁN OLIVEROS

Comentarios