La especialista recuerda su adolescencia cuando su hermana y ella sugirieron a sus padres que se divorciaran si no podían llevarse mejor. “Nunca lo hicieron, así que he llegado a la conclusión de que era algo que nos molestaba a nosotros mucho más de lo que les molestaba a ellos”, indica la especialista.

Sin embargo, un estudio reciente asegura que es bueno que los niños vean discutir a los padres, siempre que estas conversaciones sean bien manejadas.

En un estudio, investigadores de la Universidad de Rochester monitorearon a 235 familias con niños entre los cinco y siete años, y concluyó que quienes vieron a sus padres discutir de forma correcta son más amigables y tienen mayor empatía.

“Las discusiones entregan a los niños lecciones sobre cómo pueden llegar a una solución mutuamente aceptable a través del compromiso”,  según Patrick Davies, coautor del estudio y profesor de Psicología de la Universidad de Rochester.

Otra cosa es discutir delante de los niños sobre aquellos temas que involucran su crianza, porque puede motivarlos a que tomen partido y se salten las decisiones que antes sus padres han tomado con respecto al tema, ­porque sabe que no están de acuerdo. El niño lo aprovecha para hacer lo que desea involucrando a un padre o al otro.

La terapeuta infantil Lilian Mora señala que al discutir frente a los hijos es necesario “hacerlo en forma justa. No hay que referirse a la persona, sino a la acción. No hay que decir al padre y, por ende, al niño “eres un perezoso”, sino “me molesta cuando no sacas la basura”.

Sin embargo, cuando las peleas son violentas lo importante es que los niños no las presencien.

“Es imposible, cuando uno está discutiendo, determinar cómo terminará la pelea, pero puede tomar decisiones al respecto y buscar estrategias para evitar que pase a mayores”, puntualiza Mora.