Óscar Arias Sánchez habla pausado pero concreto y cada palabra que pronuncia, en especial sobre los temas de la paz y la guerra, está respaldada por más de medio siglo de experiencia y el reconocimiento internacional.
No en vano este abogado, economista, politólogo y empresario fue presidente en dos períodos en su país, Costa Rica (1986-1990 y 2006), ganó el Premio Nobel de Paz en 1987 por su trabajo a favor de la paz de Centroamérica, particularmente en Nicaragua y El Salvador, y ha recibido cerca de medio centenar de títulos Honoris Causas de diferentes universidades del mundo, entre otras Harvard y Princeton.
Arias Sánchez está en Colombia cumpliendo una invitación de la Universidad del Rosario, donde compartió su experiencia y dio algunas opiniones sobre el proceso de paz colombiano, y sacó unos minutos para hablar en exclusiva con Colprensa.
- ¿Cómo lo han recibido en esta visita a Colombia?
Muy bien, cada vez que vengo a Colombia disfruto de la hospitalidad de mis anfitriones y del pueblo colombiano. En esta oportunidad fui invitado por la Universidad del Rosario, donde compartí algunas ideas sobre los procesos de paz con el fin de animar a los colombianos a que sigan adelante. En el pasado han intentado buscar la paz, y lamentablemente no han llegado a acuerdos. El mundo no tiene en su radar el conflicto colombiano, de tal manera que esta es la última oportunidad después de dos años de negociaciones en La Habana, y yo quisiera que no la perdieran.
- ¿Cómo ve a Bernard Aronson como Delegado Especial de Estados Unidos para este proceso?
Me alegro que finalmente Estados Unidos se interese un poco en el conflicto colombiano nombrando a Bernard Aronson como Delegado Especial para colaborar con el Gobierno del presidente Santos. Yo lo conozco muy bien porque él fue el ‘viceministro de relaciones exteriores’, el Deputy del Secretario de Estado para asuntos del Hemisferio Occidental y le tocó trabajar muy cerca de mi. Es una persona que tiene el conocimiento, la experiencia, el talento, que me ayudó mucho en la pacificación de Centroamérica, sobre todo en Nicaragua y El Salvador. Yo solo espero que aquellos conocimientos adquiridos en los 80’ los ponga en práctica ahora aquí en Colombia.
- ¿Qué papel, qué aporte puede hacer el señor Aronson en Colombia?
La verdad no sé lo que él tiene en mente, no sé lo que el Secretario de Estado Jhon Kerry le ha encomendado. Pero lo conozco muy bien porque trabajé con él en los 80’s, en el Gobierno del presidente George Bush, no en el Gobierno del presidente Ronald Reagan donde su antecesor fue Elliott Abrams, enemigo acérrimo del plan de paz que yo introduje a mis colegas centroamericanos.
No sé qué viene a hacer aquí, solo sé que les hará mucho bien, él no viene como mediador, él no viene a sentarse en una mesa en La Habana para llevar mensajes a las Farc y al Gobierno; él viene con su experiencia a ayudarles y a servir de catalizador. Ya con eso sería más que suficiente si puede ayudar a empujar esa carreta para que ande más rápido.
- ¿Qué tan viable ve este proceso?
Le podría decir es que no hay alternativa para la paz. Es decir, en este país es inimaginable que la negociación fracase y se continúe luchando por más tiempo. Creo que de la mesa de negociación no deberían levantarse hasta que haya un acuerdo, un cese del fuego, un cese de hostilidades. Hay cosas complejas, como el tema del equilibrio entre la justicia y el perdón, ese es un tema muy complejo, así lo fue en Centroamérica, en Sudáfrica, en Bosnia-Herzegovina, y es algo que solo los colombianos pueden decidir: cuánto de perdón y cuánto de castigo.
Pero cierto es que no pueden fracasar, lo cierto es que el interés de la comunidad internacional está puesto en otros lugares de la geografía del mundo, no en Colombia. Contrario a lo que viví yo en Centroamérica, porque yo estaba peleando con dos superpotencias durante la Guerra Fría, la Unión Soviética y los Estados Unidos, que coincidían en que en Centroamérica debía haber un triunfo militar de la parte que estaban apoyando, y no una solución diplomática. Hoy es todo lo contrario: el mundo entero quiere que se acabe la guerra en Colombia, y por eso es que los que no pueden fallar son ustedes, las partes de conflicto.
- Desde hoy se discute el tema de la justicia transicional: las Farc dicen que no pagarán un día de cárcel, pero la justicia internacional ya no permite amnistías ni indultos absolutos. ¿Cómo salir de este impasse?
Mire, no soy la persona para contestar esta pregunta porque no tengo la información adecuada. Pero lo que sí le puedo decir es que las circunstancias han cambiado muchísimo: antes no existía la Corte Penal Internacional, de tal manera que vivimos otros tiempos y, repito, son ustedes los que tiene que definir eso en la mesa de negociación: cuál es el equilibrio justo entre castigo y perdón.
- ¿Pero usted ve que este proceso está bien encaminado?
Bueno, pienso que sí, pienso que hay más conciencia de que si se cierra esta ventana de oportunidad puede que no se vuelva abrir. Yo estoy muy, muy impresionado con el doctor Humberto De la Calle. Su exposición hoy (martes) fue muy convincente, con un manejo muy profundo de los temas, y pienso que es un anacronismo tener una guerrilla marxista en 2015.
Ellos (las Farc) saben muy bien que nunca van a obtener el poder político por las armas, esta es una democracia muy bien consolidada, ustedes llevan muchas décadas de hacer elecciones. América Latina nunca ha sido más democrática que en nuestros días, y una guerrilla marxista es de museo, las Farc deberían estar en un museo y no todavía en la selva colombiana. Así es que yo creo que esta es una gran oportunidad, francamente tal vez la última, para terminar con este conflicto.
- ¿Este país y la sociedad colombiana e internacional soportarían un nuevo fracaso como el Caguán?
Lo han intentado muchas veces, y yo creo que siguieron un poco la letra del poeta que decía ‘Si la primera vez no tienes éxito, trata, y trata, y trata una vez más...’. Eso es lo que ha hecho Colombia, pero yo creo que esta es la última oportunidad, ya llevan dos años en La Habana con dos Gobiernos muy serios apoyándolos, como garantes, empujándolos, alentándolos, sirviendo de catalizadores, para que avancen, para que cedan, para que sepan que en una negociación uno obtiene lo que puede no lo que quiere, y que la paz siempre implica hacer concesiones de ambas partes, y en ese tema tan álgido como es la justicia transicional tiene que haber concesiones de ambas partes.
- ¿Qué tipo de concesiones se necesitan para finiquitar este proceso?
No puedo contestar esa pregunta, con el poco conocimiento que tengo. Sería un atrevimiento de mi parte. Lo único que le puedo decir es que la experiencia de Camp David, la experiencia de Centroamérica, la experiencia de Sudáfrica, la experiencia de Irlanda del Norte, de Bosnia-Herz-egovina, es la misma: las dos partes en conflicto tuvieron que ceder, ser flexibles, saber transigir, para poder silenciar las armas, y eso es lo que tiene que hacer Colombia.
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