Economía popular Vs. Ortodoxia económica (I)

La economía es ciencia relativa, flexible y diría que moldeable por el intelecto y la voluntad de quienes controlan sus variables y ello puede demostrarse con el cúmulo de documentales que enseñan cómo los países ciertamente progresistas, utilizaron y protegieron sus recursos naturales y estratégicos, impulsaron y privilegiaron su talento y desarrollaron y aplicaron las ciencias sociales y las tecnologías para convertirse en potencias económicas y en ejemplo de equidad social, modernidad y calidad de vida.

Partido unitario o país de regiones

En Colombia el gobierno del cambio debe pervivir por muchas décadas, pues, así como por muchas décadas el excluyente poder plutocrático, valido de la política centralista y perversa, amalgamó la desigualdad social más oprobiosa del mundo, el abandono de las regiones y el atraso en general, nadie esperará que en cuatro años esa inicua tendencia se revierta y surja un país con equidad social e inclusión económica.

Infujo olímpico (II)

Sustento la propuesta de la “olimpiada regional”, sugiriendo que los deportes admisibles en este certamen sean los usualmente practicados en la región y a los cuales podrían agregarse otros juegos autóctonos no aceptados en justas deportivas nacionales y mundiales.

Influjo olímpico (I)

Fiel a mi talante propositivo, explícito o tácito, plantearé una propuesta al aire, lugar adonde suele ir toda idea que no encuadre como lugar común en la estrecha visión de la complejidad social, económica y política que estilan casi todos nuestros “líderes” y, como prefacio, debo admitir que el rol de la juventud es crucial para superar las injustas realidades sociales, pero igual debo acusar la ladina retórica del cambio generacional para lograr el cambio tolimense, pues esa retórica, en vez de señalarle grandes horizontes, avejenta a la juventud por partir de un aberrado sentido político que muestra, como modelo de buen político, al egocéntrico, caudillista y abusador del erario.

Precisiones

En un pequeño grupo de reflexión que con indisciplinada frecuencia dedica algún tiempo al examen de la cotidianidad tolimense, mi anterior artículo, “La Grande, La Histórica”, originó animada charla y por sugerencia me comprometí a precisar y ampliar enfoques allí emitidos.

La grande, la histórica

Ni las viejas ni las nuevas generaciones de tolimenses sabemos qué es la política histórica y grande, solo conocemos esa política “chiviada” o politiquería.

¿Cosmética o transformación de Ibagué? (II)

Ibagué, municipio capital del Tolima, debe ser el primero en aliviar la miopía que imposibilita el análisis antropológico, sociológico e histórico para ensanchar la perspectiva del desarrollo auto gestionado e incluyente.

¿Cosmética o transformación de Ibagué? (I)

Reincido como comentarista sin rehuir la prospectiva y, como ibaguereño, opino que debatir sobre el rediseño de la marca” Ibagué ciudad musical” no sería majadería distractora y hasta procedería, si el municipio capital del Tolima, que solemos confundir con ciudad, viviese una fase cultural, económica, física y anímica realmente evolutiva y por ello en pleno desarrollo.

Autonomía Vs Gregarismo tolimense

La constitución nacional en su artículo primero señala que “Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista…”;

Sobre el festival folclórico

Por la relevancia de las fiestas vernáculas en la afirmación cultural de sociedades específicas, opinaré sobre el Festival Folclórico partiendo de la misionalidad trazada por sus fundadores que, pienso (folcloristas e historiadores lo dirán), era hacer sostenible la identidad tolimense a lo largo de los tiempos, recreando y acrisolando, cada año, nuestras tradiciones, creencias, leyendas, costumbres y expresiones culturales. Doy pausa a mi decisión de evitar comentar hechos rutinarios y decadentes, para ocuparme mejor en la disrupción prospectiva (pensar fuera de la caja) para parar la decadencia, tarea casi tan solitaria como inútil porque quienes cabalgan sobre la aletargada e insulsa rutina siempre eluden la dialéctica sobre el desarrollo tolimense, tal vez por hallar en la verbosidad insubstancial la zona de confort que los protege de peligros y dificultades que conlleva el pensar y actuar para cambiar las realidades.