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La Constitución de Cundinamarca se promulgó el 4 de abril de 1811 y fue la primera del mundo que se escribió en idioma español. El Acta del Cabildo del 20 de julio; el Acta de Caracas del 19 de abril; el Acta Constitucional de la Provincia del Socorro, todas en 1810, pueden mencionarse como sus antecedentes. Entre 1810 y 1816 la Nueva Granada asistió a un proceso de constitucionalismo provincial que se conoce como “La Primera República”. Hubo allí una producción constitucional como en ningún otro lugar de América.
La Primera República no se hizo con ejércitos sino con cabildos. Colombia nació desde derecho. Los cabildos coloniales sabían que los monarcas de los reinos medievales ibéricos estaban sujetos al derecho. Antonio García lo recuerda, en su obra “Los Comuneros”: Aun antes de que Montesquieu o Rousseau elaborasen sus tesis de la soberanía popular y la representación política, América venía fundiendo, en su praxis, las tradiciones comunales indígenas y la arraigada tradición castellana de la soberanía de los comunes. Tales ideas fueron reelaboradas, en los albores de la Modernidad, por la Escuela de Salamanca.
Ya en medio de la guerra de emancipación y, dados algunos positivos resultados, Bolívar convocó el Congreso de Angostura, que fue la antesala del de Villa del Rosario. Allí nació la primera constitución nacional de Colombia, en 1821, es decir, hace 200 años y, con ella, “La Segunda República”. Se prolongó hasta 1828, cuando se convocó la Convención de Ocaña, con el propósito de reformar la Carta de Cúcuta. El objetivo no se cumplió, desembocó en la dictadura de Bolívar y fue el principio del fin de la Gran Colombia.
Analizar ese proceso corresponde a la celebración de este bicentenario constitucional. Lo harán, en sesión conjunta, las Academias de Venezuela y de Colombia el martes 6 de julio, en torno al lanzamiento de un libro escrito por el académico venezolano Allan Brewer-Carías. Otros académicos del hermano país, como Julio Rodríguez Berrizbeitia, Humberto Romero-Muci, Jesús María Casal y Gustavo Vaamonde, alternarán con los académicos colombianos Mauricio Plazas Vega, Armando Martínez Garnica y quien escribe estas líneas. La Constitución de Cúcuta rigió tanto para la Nueva Granada como para Venezuela.
Sin perjuicio de otras influencias, encuentro que la vieja idea autonómica y de los principios forales ibéricos animó a los neogranadinos en 1810. Suele ignorase ese influjo y se tacha a sus constituciones de simple copia de Francia y de Estados Unidos. Sin embargo, obras como “Historia Constitucional de Colombia”, producción colectiva de la Academia Colombiana de Jurisprudencia y autores como Isidro Vanegas, procuran rescatar la importancia de lo que la historiografía oficial desconoce o simplifica. El bicentenario es ocasión más que propicia para reexaminar aquel proceso en su conjunto.
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