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José María Samper, nacido en Honda y José María Rojas Garrido, en el Agrado, honraron al estado soberano del Tolima con su excelsa pluma el primero, y con su brillante oratoria el segundo. Alberto Castilla, Manuel Antonio Bonilla, Diego Fallan, Fabio Lozano Torrijos, Roberto Torres Vargas, en fin, el listado resulta inagotable.
No se equivocó el general Santander al fundar en Ibagué el Colegio de San Simón, hace 200 años; ni el conde Gabriac al hablar de la ciudad musical. Tampoco los fundadores de la Escuela Normal Superior de Señoritas, en 1890, ni los de la primera Academia de Música en 1893, que se convirtió en el actual Conservatorio de Música.
El Colegio de San Simón, la Escuela Normal y el Conservatorio fueron universidades regionales cuando el Tolima no las tenía aún. La Normal Superior, fue una auténtica universidad femenina. Ojalá tengamos la ocasión de conocer bien la pléyade de varones y mujeres egresados de esos establecimientos, que honraron al Tolima en el país y al país en América.
En la última mitad del siglo XX, la región afianzó sus potencialidades y tuvo dirigentes altamente comprometidos en ese propósito. Entre ellos quiero destacar dos nombres ilustres: Néstor Hernando Parra Escobar y Eduardo Aldana Valdés. Fueron ambos, rectores universitarios, docentes de prestigio y conceptuosos autores de textos de importancia fundamental para la formación de sus discípulos.
Néstor Hernando Parra y Eduardo Aldana son verdaderos protagonistas de un importante suceso regional que coincide con la impronta de su obra. Fundaron unas instituciones que los enaltecen como educadores, como ciudadanos y como protagonistas de la historia.
Coreducación en Honda e Innovar de Purificación son hitos en la vida regional y sus fundadores son columnas de una región cuyas carencias no impidieron su esfuerzo para fortalecer un activo espiritual que, de seguro, no sería tan importante sin su indeficiente concurso. Eduardo fue miembro de la Misión de Sabios, es ingeniero civil y profesor universitario. Ha transitado con éxito por la docencia y la investigación científica. Para mí tiene un agregado valiosísimo: Estando lejos de ser un provinciano, es un hombre de provincia. Por encima de los ochenta años sigue trabajando por la formación de sus paisanos y por soluciones para la educación, pensadas de abajo hacia arriba.
Néstor Hernando, por encima de los noventa años, puede tener la inmensa satisfacción de mirar hacia atrás y sentir orgullo de sí mismo. Jurista de quilates y aventajado discípulo del presidente Carlos Lleras Restrepo, transitó con éxito por la docencia, por la política, por la diplomacia. Quiero recordar que fue presidente del Estado de Namibia, en África, designado por la ONU para superar una de esas inefables crisis que debe sortear en ocasiones. Al regresar al país fundó Coreducación y, en unión de otros destacados líderes empresariales, la Universidad de Ibagué. Ahora, sobre el pedestal que le construyó su propio ejercicio vital, ha de sentir la complacencia de quien sabe que sus coterráneos exaltan su vida y agradecen su obra pero, sobre todo, admiran su serena grandeza.
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