Parga
“Los que nacimos en la tierra donde vieron la luz Murillo Toro y Alfonso López, vemos en este gentleman de rasgos inconfundibles, por cuyas venas, sin embargo, no corre ni una sola gota de sangre británica, al más exacto ejemplar del tolimense auténtico, al más apegado al terruño donde yacen las cenizas de sus abuelos y al más tenaz e indeficiente de sus servidores… Rafael Parga Cortés es una figura en que la variedad de las aptitudes y actividades en que se ha manifestado su vida inquieta y fructífera, convergen en una armonía espiritual y definen la unidad de un carácter”. Con esas palabras el maestro Darío Echandía ofreció un homenaje al lord Parga el 4 de marzo de 1975, en medio de honda complacencia regional. Tenía, como López, espíritu empresarial y, como Echandía, imaginación creadora. Como ambos, lucidez intelectual y coherencia doctrinaria. No fue un hombre de leyes, pero fue un hombre de Estado. Formó parte de la “Escuela del Tolima” cuyo propósito fue adelantar una revolución dentro del orden y la ley, para incorporar a su país en el universo de su tiempo. Fue un hombre de partido, pero no de pasiones. Su vida también fue una lucha contra los rencores políticos. Dentro de un mes se cumple un nuevo aniversario de su fallecimiento en medio de un silencio regional muy semejante al olvido. Parga nació el 14 de febrero del año 1900 en Londres y murió en Ibagué el 13 de diciembre de 1987. Después de desempeñarse como gobernador, senador y ministro, ejerció la rectoría de la Universidad del Tolima. Solía hablar de sus tres grandes influencias: Su formación inglesa, el influjo de la personalidad del viejo López y su paso por la Universidad del Tolima. Jairo Rivera recuerda haberle oído exclamar: “Fue mucho lo que aprendí de los alumnos”.