Pongámonos de acuerdo en combatir el desempleo

Miguel Ángel Barreto

Superar nuevamente los 50 mil desocupados en la ciudad y retornar a una tasa del 18.6%, habitual una década atrás e incluso mayor, además de desastroso y preocupante para el desarrollo económico local, lejos de amilanarnos como sociedad, nos plantea retos ineludibles para salir de esta crisis social.
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No hay fórmulas mágicas contra el desempleo ni aquí ni en ninguna parte del orbe. Esta coyuntura tampoco es nueva y vuelve a develar problemas estructurales. Por ejemplo, es mucho mayor el ritmo de la demanda de puestos de trabajo versus la oferta pública y privada. Jóvenes y mujeres son quienes más sufren esta disfunción laboral y más dificultades afrontan para obtener un puesto de trabajo.

En los últimos 20 años hemos observado cómo el comportamiento de actividades relacionadas con el comercio, la construcción (con sus habituales ciclos), los servicios, las pequeñas empresas, el crédito de consumo, la agricultura, el gasto de los hogares, el aumento de las remesas, los pensionados, una inversión pública con limitaciones presupuestales y especialmente las actividades informales, entre otros, sostienen una economía local con serias fracturas y limitaciones para encontrar una senda de crecimiento y sostenibilidad. A esto se suma la difícil situación que afronta el sector productivo a nivel nacional para competir en mercados internacionales, por cuenta del costo-país, pues los valores de operación para las empresas son altos con respecto a la carga tributaria, es difícil el acceso y pago de intereses al sistema financiero para financiar sus actividades, y resulta oneroso el pago de las obligaciones prestacionales.

Es evidente que a la denominada Villa de San Bonifacio le ha costado un enorme esfuerzo ingresar a la modernidad, que su expansión ha sido desordenada y aprendimos a vivir con serios problemas en materia de infraestructura. También que los escándalos de corrupción y la seguridad jurídica que reclaman los inversionistas privados nos han pasado factura y que las cifras expuestas muestran un preocupante estancamiento en términos de generación de nuevas fuentes de trabajo.

Ante este escenario, sugiero respetuosamente abordar la discusión con la academia, los sectores públicos y privados, el Gobierno nacional, actores sociales y políticos, pero sin el impacto negativo que producen los datos del Dane en la opinión pública, sino a la luz de la sensatez, con la mayor profundidad posible y con una argumentación que desemboque en un plan estratégico de corto, mediano y largo plazo que nos permita superar esta 'enfermedad' social, que por cierto tiene el cariz de endémica.

Es importante entonces reconocer la capacidad institucional de respuesta. Me refiero, entre otros, a la propuesta que presentamos los miembros de la bancada de congresistas al ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, en agosto de 2019, para que Ibagué sea incluida como una de las Zonas Económicas Sociales Especiales (Zese), que con base en beneficios tributarios por parte del Estado se pueda pensar en un parque de inversiones y comenzar a recuperar la capacidad manufacturera e industrial de la ciudad. Para ello resulta fundamental que la actual administración, desde su escenario fiscal, pueda determinar recursos para infraestructura en servicios públicos y reducciones en impuestos municipales junto con el Concejo municipal.

Es preciso que las inversiones estatales con las cuales el presidente Duque se ha comprometido como son el Sistema Estratégico de Transporte (Setp), los Pdet, los recursos de regalías y las inversiones en vías terciarias se puedan comenzar a ejecutar con prontitud, previa gestión y presentación de proyectos, pues al desempleo local se suma el rural y su impacto en toda la región. Igualmente, la denominada Banca de Oportunidades, unidad adscrita a Bancóldex, ofrece importantes fórmulas de apoyo y financiación para las familias más pobres con unidades de negocios y programas para micro, pequeñas y medianas empresas.

Resulta significativo también fortalecer la asociatividad y recuperar la búsqueda de mercados para ser más asertivos a la hora de encontrar nichos comerciales tanto en el ámbito nacional como externo para nuestros empresarios. Es perentorio apostar por los nuevos emprendimientos con base en la economía naranja y la tecnología disponible. El sector turismo, especialmente, requiere hoy mucho más el acompañamiento gubernamental por sus amplias oportunidades de crecimiento.

El reto es complejo, pero no imposible, estoy seguro que hay apuestas interesantes y personas debidamente capacitadas en nuestro medio para generar un banco de fortalezas para estimular la inversión pública y privada en aras de explotar mejor las potencialidades regionales y comenzar a subsanar las debilidades y carencias. Pongámonos de acuerdo en las políticas públicas y acciones concretas para combatir el desempleo. Bienvenidas sean las discusiones argumentadas y las propuestas ejecutables. Declaremos el desempleo como el peor enemigo de la ciudad y del Tolima.

MIGUEL ÁNGEL BARRETO CASTILLO

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