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¿Qué hacer para salir del oscuro hueco en que hemos caído en este bienaventurado año 2020? ¿Cómo corregir tantos entuertos que por culpa de políticos deshonestos y sanguinarios, de gobernantes ignorantes de la función pública, arrogantes e incompetentes, nos vemos obligados a padecer?
Qué profundo dolor el que experimentamos quienes aún pensamos que el hombre puede salvarse por su humanidad, por su capacidad de razonamiento y no por su instinto animal y primitivo que lo guía a destruir a los otros para seguir vivo.
Qué gran dolor, patria mía. Qué depresión y qué impotencia, ver que nos han confinado para cometer todos los desmanes imaginables del ejercicio del poder, y para embolatar a la ciudadanía con el cuento del bien común, la salud está primero pero sin presupuesto, colombiano compra colombiano, no salgas a la calle, y seguridad democrática.
¿Qué pasó con el concepto de tolerancia que nos hacía civilizados? ¿En qué momento llegamos a este canibalismo social, económico y político como el de un país sin rumbo, sin horizonte posible, sin esperanza de progreso? ¿Río revuelto para oportunistas?
¿De dónde acá un preso por violar la ley trastorna al país con sus engaños y consigue que lo sigan por sus pensamientos guerreristas, su política de exterminio? ¿Cómo un individuo al que eligieron presidente, pero sin la envergadura de un estadista ni la formación de un gobernante, rebuzna a diario y decreta cada hora como si el futuro de Colombia fuera un juego?
Es inverosímil. Qué vergüenza. A dónde iremos a parar con estos derramamientos de sangre, este saqueo permanente del patrimonio de los ciudadanos, este circo presidido por payasos, mientras el pueblo aguanta hambre, vejámenes y discriminaciones.
¡Cómo dueles Colombia, patria querida! Ayer renegábamos de haber nacido en este suelo patrio por sus atrasos y sus corrupciones, pero hoy sentimos pena, lloramos viendo la patria herida que suspira por culpa de una caterva de asesinos y ladrones que ahora se pavonean a sus anchas por campos y ciudades.
Esta toma de conciencia nos lleva a pensar que debemos salir del atolladero. Y eso, como con la pandemia, de la que toda responsabilidad de su propagación nos la han chutado porque todo depende del cuidado personal, así también debemos asumir que sólo nosotros, como ciudadanos, como personas pensantes y conscientes, somos quienes debemos sacar adelante el futuro de Colombia.
Hay que desterrar a los corruptos. Apresarlos. Condenarlos. Encarcelarlos. Hay que acceder al poder con líderes honestos, antes de que los desaparezcan. Y hay que cambiar un montón de leyes y decretos, instituciones de justicia corrompidas, y dar el grito de independencia. Uno verdadero, que no conlleve sólo un cambio de verdugo. Así habrá luz al final del túnel.
Eso debemos hacer por ti, patria querida.
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