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Un hermoso libro, como objeto, pasta dura, papel esmaltado, fotografías a color, ochenta y ocho páginas y un diseño que incita a su lectura. Su contenido es una valiosa recuperación del ser humano que está detrás de la imagen de armaduras y corazas, arcabuces y espadas con las que los conquistadores aniquilaron la población indígena.
La edición hace parte de la celebración de los 470 años de la fundación de la ciudad y tiene el patrocinio de la Alcaldía con algunas empresas importantes del Tolima.
Pero, contrario a otras monografías que existen sobre este hecho histórico, no es la descripción de cómo ni cuántas veces se fundó la ciudad bajo el acoso de los Pijaos, sino que es la historia documentada de su fundador, desde sus orígenes en España hasta su accionar en América y lo que hoy es el territorio del Tolima.
Como la moda en este atípico 2020 es denigrar de quienes conquistaron nuestro territorio, derribar sus imágenes, que durante tantos años se han erigido a lo largo y ancho del país y de Hispanoamérica, pues pareciera incongruente un libro como este.
Es más, el busto que recuerda la imagen del fundador y lo que representa fue vandalizado con fuego para borrar todo símbolo que recuerde su historia. Pero debemos pensar que con estas acciones lo que hacemos también es denigrar del trabajo de un artista, en este caso del maestro Enrique Saldaña, cuyos trabajos son obras de arte que deben respetarse.
Hay que aclarar que, destruyendo monumentos, vandalizando estatuas ni quemando libros se cambia la historia o se transforman los elementos constitutivos de nuestra nacionalidad. Como dice Roberto Velandia, secretario de la Academia Colombiana de Historia”, “El hecho histórico no cambia, lo que cambia es su conocimiento”.
Por eso pienso que, para acercarnos un poco a lo que llamamos justicia, deberíamos erigir monumentos que ponderen la gesta de resistencia de los pueblos aborígenes. Y, quizás, llevar los otros a diferentes ámbitos porque son, querámoslo o no, parte constitutiva de nuestra historia. Negándolos no mejoramos en nada nuestra contemporaneidad.
Álvaro Cuartas Coymat, entonces, lo que ha hecho es renovar nuestro conocimiento de la historia de la región y dejar para la ciudadanía el acervo documental necesario que ratifica las acciones de aquel hombre por nuestros territorios.
Ya con ellos en nuestro haber, como comunidades civilizadas, podremos definir con criterio lo que debemos hacer. Por eso primero hay que leer la historia y libros como este.
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