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El Estado debe evolucionar y concretamente los entes territoriales deben hacerlo, sobre todo en relación a la forma de cumplir con sus fines esenciales a través de la provisión de información, bien sea entre los ciudadanos, entre las mismas entidades públicas y por supuesto, entre particulares que desarrollan una actividad económica, esto para facilitar la entrada de un nuevo sector económico que impulse el desarrollo en el territorio, algo que necesitamos con extrema urgencia.
Hacia esto apunta la transformación digital, que debe contribuir no solo en la gestión de los asuntos públicos, sino también convertirse en un atractivo de inversión pública que habilite la prestación eficiente de toda una nueva gama de servicios. Miremos el siguiente ejemplo, uno de los aspectos fundamentales para frenar la propagación del Covid-19 es la información de contactos entre personas “sanas” con personas que portan el virus, este rastreo solo es posible, de manera eficiente, a través herramientas que permitan almacenar la información en tiempo real, por ejemplo una aplicación móvil. Nada más veamos cuál ha sido el éxito de Medellín en la lucha contra la pandemia y cuál es el eje principal de su plan de desarrollo para este cuatrienio, el “Valle del Software”.
Y si de impulsar el empleo y el emprendimiento se trata, sobre todo en la población joven de la ciudad, que según el último boletín oficial del Dane la ubica con un desempleo del 37,7%, constituye entonces la transformación digital una necesidad imperiosa, con la cual se pueden crear nuevas “oportunidades” en el sector TIC, vinculando la educación y la innovación en función de potencializar las ventajas de la economía local, con un enfoque territorial, por comunas y corregimientos que permita aprovechar lo que producimos o transformamos para competir en una economía globalizada.
Lograr transformar la realidad requiere de unas instituciones políticas y económicas que permitan desarrollar medidas en beneficio de todos los ibaguereños, con una firme convicción de romper el círculo vicioso de los últimos años, llegando a una reconciliación de la economía local y jugándole al desarrollo de la ciudad y sus gentes, apostándole a una competitividad inclusiva, vinculando todo el aparato productivo en una economía de escala local que nos permita ser más eficientes a la hora de enfrentar los mercados nacionales y, ¿por qué no?, internacionales. Todo esto requiere, sin lugar a dudas, una transformación digital decidida.
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