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La líder social y democrática, Francia Elena Márquez Mina, reconocida activista medioambiental, permanente defensora de los derechos humanos, constituye un avance en el liderazgo real de democracia en el país. Logró, en recientes comicios electorales, alcanzar la más alta votación de una persona negra o afro en cualquier proceso electoral de nuestra nación. El significado auténtico de esta proeza electoral es indiscutible. Bien lo definió Gustavo Petro, como un paso histórico “de la esclavitud al poder”.
Y, este avance político de negros y afros no sólo se expresa en las franjas políticas alternativas, sino en todo el espectro electoral colombiano. Para la muestra varios botones, por demás representativos, como opciones en varias candidaturas presidenciales: Luis Gilberto Murillo, fórmula de Sergio Fajardo en la Coalición Centro Esperanza. Ceferino Mosquera fórmula del exgobernador de Antioquia Luis Pérez Gutiérrez. La tumaqueña Sandra De las Lajas Torres, fórmula de John Milton Rodríguez.
Estas candidaturas constituyen igualmente, un buen ejemplo de superación histórica de discriminación social, y reconocimiento de grupos excluidos, discriminados o desventajados históricamente. Un avance participativo y democrático de la población afrocolombiana, a través del movimiento social afrocolombiano. Ojalá les vaya bien, tanto en los debates, con sus respectivas propuestas programáticas, como en el resultado electoral.
Sin olvidar, que en algo y en mucho, han aportado los liderazgos históricos e internacionales de Barack Obama y Kamala Harris, en estos constructivos liderazgos nacionales.
La importancia histórica en Colombia de este avance es indiscutible. No podemos olvidar el talente oligárquico y clasista que ha dominado –y domina con reconocidos herederos de esas castas- apuntalado en la discriminación racial en el país.
Laureano Gómez, hablando del Chocó -recuerda Ferney Yesyd Rodríguez Vargas– sostenía que esa era una región maldita: “El predominio de los negros en una nación la condena al desorden y la inestabilidad política y económica”. Igual referencia solía realizar de las comunidades indígenas.
Terminemos entonces, esta columna con un sabio enunciado de Francia Elena: “La dignidad no tiene precio, la dignidad hace parte de la esencia de cada ser humano y se pone al servicio de la vida, de la construcción colectiva”.
Muy bueno y oportuno aforismo.
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