En las columnas pasadas intenté abordar la posibilidad de pensar el Sí como un voto por la paz, lo mencionaba cuando salía a relucir la gran campaña que le apostaba al No. Los amigos del No consideraban que los acuerdos de La Habana son un mero instrumento político por implantar un modelo pensado para la guerrilla y legitimado por el gobierno de turno. Otros lo consideraban como un ejercicio político que representa la influencia de un famoso fantasma del “castro-chavismo” algo que nunca ha sucedió y a mi parecer sucederá en esta nación por mucho años.
Al momento de analizar las versiones de la bancada del Sí, se observa poco entusiasmo en el sentido monetario de hacer una campaña multidimensional a favor de la paz. Tal como lo muestra el portal de la Silla Vacía en las regiones donde gano el Sí a último momento se calentó el motor y comenzó la ronda de comprar, imponer y llevar a las personas a las urnas para que depositaran su voto por el Sí, es una lástima que se compre la conciencia de vivir dignamente, mientras el sector que estuvo siempre fincado en el No pusieron de manifiesto sus intereses y encontraron coalición con los gremios económicos y sectores políticos fuertes en las capitales una estrategia que los llevaría a tener la sartén en la mano. Este juego de poderes deja visto que la paz como proyecto pensado y construido colectivamente es una simple ilusión y pasa a ser más un escenario de lucha por el poder político y el establecimiento de políticas a favor de ciertos sectores opulentos del país. Véase: http://lasillavacia.com/historia/asi-fallo-la-maquinaria-del-si-58189
Una vez más queda comprobado que las ansias de tener una paz “estable y duradera” es el choque de poderes de sectores que han fragmentado la sociedad colombiana. Al instante de saber que el 50,23 por ciento de los colombianos voto por el No tuve el placer de dialogar con un gran maestro de filosofía- política, el cual me ofreció una serie de elementos que son fundamentales para comprender el caótico escenario de la paz:
1) La sociedad colombiana no ha madurado para la paz, y ve la paz como un juego de sectores políticos donde debería ser lo contrario, ver la paz como un estado posible de construir. 2) La gran influencia del uribismo en la toma de decisiones deja claro su postura en la sociedad colombiana, y no es para más una sociedad que ha nacido y vivido en medio de la violencia que produce un discurso en función de la misma.
3) El sentido de los votos por el No y la campaña débil del Sí pone de manifiesto que la paz no es una simple idea, debe ser una política construida por diversos sectores. Entonces, cómo es posible ¿Comprender que gran parte de la sociedad colombiana no madurado para la paz? Eso lo podemos apreciar cuando de niños nuestros abuelos nos decían “allá no dejen que esos muchachos se peleen” mientras el público llamaba a que la pelea continuara. Es parecido lo que pasa con el escenario de la paz, acá el sector que tiene la batuta de modificar los acuerdos, y generar divisiones incita a ver con pesimismo el proceso y bombardearlo de forma incoherente hasta llegar al punto de ganar y no proponer alternativas para superar el malestar y el calor de la paz.
Por último, señores gano el ¡No! Y el ruedo político continua – las FARC- EP pierden fuerza en el escenario político, el gobierno nacional celebra el Nobel de Paz de Juan Manuel Santos, el Uribismo sigue mostrando su campaña sucia y comprada por el No. Mientras tanto la victimas llenas de esperanza creen que es posible la firma del acuerdo, palabras más palabras menos el país está hecho lo que ha sido siempre un Estado con una débil nación que ha excluido históricamente a los más oprimidos.
Posdata: Desde tierras azteca les dije que el No ganaría el plebiscito a mis colegas, maestros y demás conocidos pero siempre manifesté mi sentido de esperanza por la paz, ahora sigo firme por el acuerdo pero uno distinto que logre poner en comunicación al oprimido y violentado de la extraña Colombia que vivimos y acaba de demostrarlo una vez más.
caperafigueroa@gmail.com
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