El inofensivo líquido corrector

Federico Cárdenas Jiménez

En días pasados mencioné el caso de un estudiante de colegio que en plena clase estaba inhalando el líquido corrector de sus útiles escolares y fue sorprendido por el docente que orientaba la hora de clase. Hice alusión también al hecho que esta novedad fue atendida directamente por el docente y por el equipo de psicorientación quienes hicieron un llamado de atención al estudiante, citaron a su acudiente pero no dieron la continuidad que ameritaba el proceso y que incluía por ejemplo un control médico y el respectivo seguimiento.

Según el equipo de personas que recibió el caso, como esta situación no había perturbado la convivencia escolar no implicó haber hecho un reporte a la rectoría ni haber desarrollado algún tipo de campaña preventiva para evitar que otros estudiantes replicaran esta conducta –a pesar de haber tenido casos idénticos ya en ese colegio-, tampoco llevaron al estudiante a control médico porque al instante se recuperó y no se evidenciaron síntomas de posible complicación.

Visto de otro modo, como no hubo reacción alérgica, vómito, convulsiones, pérdida de conciencia, conducta agresiva u otra reacción escandalosa, pues no hubo motivo para armar una tormenta en un vaso de agua. Apuesto a que muchos docentes no tienen ni idea de este tipo de posibilidades con algo tan inofensivo como un líquido corrector y apuesto “todo” a que mucho menos los padres de familia.

Resulta que en otros países este líquido corrector ha sido declarado “altamente peligroso” y se ha prohibido su venta para los menores de edad ya que entre los componentes más tóxicos se encuentran el Tolueno, el Benceno, el Metanol, el Cloruro de Metileno y solventes que pueden ser incluso muy adictivos y que son empleados en la industria de calzado (en colas y pegamentos), en la industria de las pinturas (usados como diluyentes), en las artes gráficas (para limpieza de rodillos y máquinas), en la industria de la madera (como disolvente en lacas y barnices), en la industria farmacéutica (para síntesis de fórmulas), en la industria del plástico y del caucho (como disolvente de materias primas), entre otros usos.

En 1980, por ejemplo, la marca Liquid Paper fue obligada a modificar su producto debido a casos de intoxicación y muertes relacionadas a la sustancia tricloroetano.

Sin entrar en muchos detalles, puede decirse que cuando una persona inhala durante un tiempo considerable sustancias como el líquido corrector, crea en su organismo registros de sus componentes y con un uso frecuente, puede desarrollar tolerancia a estas sustancias, lo que desencadenaría en la persona una necesidad de mayores dosis.

Entre los efectos del contacto frecuente y prolongado con estas sustancias por vía respiratoria se encuentran registrados: la euforia, excitación, sensación flotante, habla enredada, dificultad para coordinar movimientos, vértigo, en otros casos agresividad, exaltación y situaciones violentas, sensación de fuerza y capacidad no reales, alucinaciones visuales que duran varias horas y posteriormente periodos de amnesia.

La información se extiende mucho más pero lo que me motivó realmente a hablar sobre el particular fue la mirada superficial que tuvo el equipo psicorientador al atender estas situaciones considerando el impacto potencial que una sustancia de esta índole pueda tener en una persona, máxime si hablamos de menores de edad; adicionalmente hay que pensar en la trascendencia que puede tener en un padre de familia lo que un psicorientador o un docente le diga respecto de su hijo o hija, es decir, que hay cierta subordinación de los padres de familia a las indicaciones de estos profesionales, así es que resulta la cosa doblemente perturbadora si en este caso la indicación fue “¡váyase para la casa con su hijo, dele una aromática y hable con él, tenga fe que las cosas van a mejorar!”. Hay que decir también que existe un pleno desconocimiento o desconexión de los padres respecto del mundo juvenil, un error que se paga caro. Y por supuesto, el prurito del ser humano por conocer y experimentar, una bellísima característica que lo ha llevado por terrenos muy fértiles pero también por caminos pedregosos y hostiles. Reflexión.

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