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En la contienda electoral para las elecciones presidenciales de 1990 son asesinados tres candidatos presidenciales Luis Carlos Galán (1989), Carlos Pizarro (1990) y Bernardo Jaramillo (1990). Esta nueva escalada de violencia política perpetrada en una combinación de narcotráfico y estado, dio al traste con la ilusión de los colombianos. Con la muerte de Galán y estos nuevos líderes, se frustra toda una generación de políticos que buscaron una separación de la política tradicional.
Treinta años después de su muerte, en un fallo sin precedentes la Corte Constitucional ordenó al Consejo Nacional Electoral (CNE) reconocer personería jurídica al Partido Nuevo Liberalismo y a los directivos que estaban registrados desde 1986, así como a otros partidos.
Entonces en una verdadera maratón organizacional el Nuevo liberalismo construye, previa convocatoria pública, una lista cerrada para el senado integrada proporcionalmente por mujeres y hombres de todas las razas, migrantes, líderes (as) del feminismo, los animales, los niños y el medio ambiente, así como de las regiones; por lo que, hecha esta breve lectura de nuestra convulsionada historia política; la lista del Nuevo Liberalismo se erige como una garantía de pluralidad, inclusión, renovación y un sinnúmero de causas para legislar.
En una campaña sin discusión de los contenidos programáticos, se encuentra un oasis mirar cómo en la lista del nuevo liberalismo han confluido personas de todos los matices, de las cuales no se han escuchado quejas de corrupción, pero sí muchas propuestas frente purificación de la políticas, el desarrollo socioeconómico, la recuperación del agro, la educación, la seguridad social, la reivindicación feministas, la protección de la niñez, de los animales, las relaciones internacionales; entre muchas otras.
Una de ellas ha sido la propuesta de gobernanza y desarrollo regional que ha postulado uno de los miembros más destacados de la lista; se trata del abogado tolimense Guillermo Pérez Flórez quien postula como lo hicieron en su época los miembros del Olimpo Radical, una mayor autonomía territorial: “Ha llegado el momento de dejar que los territorios sean los vasallos del poder central para apropiarse de su propio destino. La reforma al régimen político departamental es una prioridad inaplazable; es necesario darles mayores atribuciones y competencias a los organismos departamentales”. Con ello Colombia y en especial las regiones podrían prender los motores de una nueva “Regeneración”.
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