PUBLICIDAD
El impacto al bolsillo de los ibaguereños les importa un pito: arreglaron en privado y la gente ahora tendrá que pagar. En esa decisión claramente no hubo ni el más mínimo estudio objetivo sobre los factores que debían haberse tenido en cuenta para aprobar el aumento del pasaje. El Diésel, combustible con el que se mueven las busetas y que representa un porcentaje importante de los costos operativos del transporte público, no subirá al menos hasta junio de este año, de acuerdo con el anuncio que había hecho el Presidente Petro justamente con el propósito de no presionar la economía familiar con nuevas subidas de precios.
Es decir, mientras está congelado el precio del combustible, los ibaguereños sí tendremos que pagar casi el 14 % más por una montada en buseta, gracias a los acuerdos arbitrarios a los que llegaron a puerta cerrada.
Con ese valor del pasaje, una persona que gane el salario mínimo y que tenga que tomar 4 transportes en el día, tendrá que invertir más del 23 % de su ingreso pagando pasajes, en cifras, de 43.350 pesos al día que se gana incluido el auxilio de transporte, tendrá que bajarse de 10.000 pesos, 1 de cada 4 pesos ganados.
A los negociadores del paro de buseteros también se les olvidó analizar la variación del índice de precios al consumidor y por eso terminaron tomando decisiones abusivas. La inflación acumulada del año 2022 en el gasto de transporte fue de 11,59 %, mientras que el aumento del pasaje para este año lo llevaron casi al 14%. ¿Acaso no es un contrasentido que teniendo congelado el precio del combustible estén aumentando el pasaje en varios puntos por encima de la inflación del año pasado?
Incluso, en una reunión de alcaldes de ciudades capitales celebrada a mediados de diciembre, estos acordaron incrementar tarifas de transporte en 12.5 %, pero ni eso respetó el de Ibagué. En consecuencia, no será raro que la inflación de la capital tolimense empiece a mostrarse por encima de la de otras ciudades, esto presionado por el valor del transporte público.
A todo eso hay que sumarle el escaso incentivo que existe en esta ciudad para aceptar de buena gana un incremento de estas proporciones. Son frecuentes las quejas por regular servicio que prestan, la inseguridad para pasajeros y peatones que genera la “guerra del centavo”, las condiciones de aseo de los vehículos y el escaso acatamiento de las normas de tránsito por parte de algunos conductores que le echan el carro por encima a ciclistas y motociclistas.
Comentarios