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La reforma que hasta ahora pasó con relativa tranquilidad fue la tributaria. Con el tanque lleno de oxígeno y una pedagogía que explicó claramente que la mayor parte de esos impuestos la pagaría el sector financiero y de hidrocarburos, y las personas naturales con más altos ingresos, no tuvo mucha resistencia para ser aprobada. Pero ahora todo se pone color de hormiga.
La reforma a la salud, que implica cambiar de fondo la institucionalidad alrededor de ese servicio esencial y derecho fundamental, y la forma como se manejan los recursos, viene siendo objeto de los más violentos ataques no solo por parte de la oposición y los comerciantes de los servicios de salud, sino también de cercanos al gobierno, tanto que precipitó una crisis ministerial cuando nadie la esperaba. Quizá hasta la misma Ministra de Salud tenga enorme responsabilidad en el mal ambiente que hasta ahora se percibe para el trámite de esa reforma que, incluso, representa la antesala de las que vienen.
Mientras los que se oponen han sabido comunicar por todos los medios la retórica que, según ellos, si llegara a ser aprobada nos regresaríamos montones de años atrás a las épocas del Seguro Social y que los recursos de la salud quedarían en manos de políticos de las regiones que quien sabe que terminen haciendo con ellos, la jefa del sector, por el contrario, permitió desde los mismos inicios que el debate arrancara sin siquiera haber presentado un borrador, no ha utilizado buenos canales de comunicación para transmitir cuales son los verdaderos beneficios de cambiar un sistema mercantilizado y, quizá lo más preocupante, ha ido al choque duro en lugar de trabajar en construir consensos que hicieran más fácil el paso de la reforma por el Congreso. Así le ha dejado un trabajo extremadamente difícil al Presidente: lograr mayorías en el legislativo en medio de un ambiente tan hostil.
Y eso que apenas estamos comenzando. Se aproxima la presentación de la reforma laboral y la de pensiones, dos iniciativas que también levantaran polvareda. Mas adelante probablemente vendrá la implementación del catastro multipropósito que generara cambios importantes en cuanto al uso y distribución de la tierra, y la reconversión energética que reorientará los esfuerzos de la Nación para aproximarse hacia el uso de energías renovables e ir dejando progresivamente la dependencia de los hidrocarburos.
La mayoría de colombianos espera -y necesita- que las reformas se hagan realidad. Millones excluidos y sin posibilidades de ser escuchados públicamente, hablaron en las urnas el año pasado. La agenda del cambio no puede ni debe ponerse en peligro por la falta de capacidad y liderazgo para comunicar con eficacia los propósitos de las reformas propuestas y construir acuerdos sociales solidos para que se conviertan en Ley.
Fuimos elegidos para cambiar y transformar. Tenemos que estar a la altura.
¡Hagamos región y apoyemos lo nuestro!
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