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Estamos frente a una verdadera paradoja: los partidos políticos tradicionales que han gobernado el país durante décadas y han mantenido un modelo económico y social que ha generado desigualdades y exclusión en la sociedad colombiana, hoy se presentan con una pretendida autoridad moral para decirle al país que las reformas son inconvenientes y por ello no las apoyan.
Si bien es cierto que toda reforma que pretenda realizar cambios estructurales merece un debate profundo para que sea nutrida con las mejores propuestas y ajustes y al final resulte en una ley transformadora, hasta ahora lo que refleja la posición de los líderes de los partidos tradicionales con amplias bancadas en el Congreso es una franca y obtusa resistencia al cambio. Sin ambages: están en la tarea de defender a capa y espada los intereses de las élites económicas del país.
La llegada al poder del presidente Petro representa una oportunidad para cambiar el rumbo y avanzar hacia un modelo más inclusivo y equitativo. Las reformas presentadas buscan reducir las desigualdades y mejorar las condiciones de vida de los colombianos, quizá no son perfectas y puedan ser objeto de críticas y ajustes dentro del marco de un diálogo constructivo y propositivo, posición que deberían asumir quienes tienen dignidades políticas otorgadas por el voto popular, contrario a eso están asumiendo posturas radicales que no solo se convierten en un obstáculo para el cambio en el país, sino que también reflejan la falta de compromiso con los problemas sociales y económicos que enfrenta la sociedad colombiana.
Las mayorías en Colombia eligieron a Petro para que corrigiera el rumbo de un país extremadamente excluyente e inequitativo, pero las fuerzas paralizantes de siempre parecen no entenderlo. Es necesario que la clase política interprete el sentimiento ciudadano expresado en el estallido social de hace un par de años y en la elección de un presidente que siempre expresó la necesidad de introducir cambios sustanciales para arreglar muchas de las cosas que andan mal. Si ellos no entienden el papel que les corresponde en esta era de cambios no solamente estarán condenando al país a continuar el camino de siempre que ya sabemos que, al menos en lo que concierne a justicia social, no ha funcionado, sino que estarán propiciando un ambiente de polarización y división al no contribuir a disminuir las causas reales de la violencia y la exclusión social en nuestro país.
El pueblo colombiano ya marcó el camino, ahora que ellos decidan de qué lado de la historia quieren estar.
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