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Si se confronta a cualquiera que en la calle este “rajando” del gobierno, incluso a quienes marcharon en contra de él y se les emplaza a que argumenten esa posición, probablemente las respuestas sean tan vagas y superficiales como las que expusieron los senadores y representantes del Centro Democrático que tomaron la palabra el 20 de julio para replicar al Presidente. La diferencia es que mientras estos últimos son conscientes que mienten y engañan deliberadamente para exacerbar sentimientos negativos entre una población poco educada, la gente en la calle compra inocente esos argumentos confiando en lo que dicen aquellos “lideres”.
Entonces el debate político en Colombia se ha degradado a eso: una oposición desesperada y sin norte que busca apoyo popular acudiendo al engaño, la exageración y la mentira, olvidando que hasta hace menos de un año fueron los dueños del poder y no resolvieron ni una pizca de lo que hoy quieren dictar catedra. Siendo innegable que las políticas que ellos han promovido durante décadas no han servido para poner al país en una senda de mayor productividad, equidad y progreso, se quieren unir por medio de sus bancadas para bloquear las reformas del gobierno o al menos chantajearlo para satisfacer sus intereses. Y con el mayor cinismo justifican ante el público la negativa a la posibilidad de cambio, por medio de mensajes falaces que replican irresponsablemente los medios de comunicación del poder económico, llegando al punto de hacerles creer que devolver derechos laborales, garantizar tierras para la producción, incentivar la economía popular, pensión para todos y un sistema de salud eficiente y moderno, son propuestas perjudiciales para el país.
Por fortuna la realidad es tozuda y demuestra que la oposición se está estrellando contra la realidad. Ninguna de las profecías apocalípticas de los opositores a este gobierno se ha cumplido, todo lo contrario: La inflación baja sostenidamente logrando que la comida y muchos otros artículos estén más baratos, el dólar ya está por debajo de los 4 mil, el desempleo también ha disminuido, logramos récord en inversión extranjera contrario a la fuga de capitales que vaticinaron si Petro era presidente, se logró el cese al fuego con el ELN, el turismo creció y superó las cifras pre pandemia. Pero lo mejor está por venir: las reformas en el agro, la salud y la educación, la pensional y laboral, en la educación, y las apuestas en materia de turismo (aeropuerto internacional en la Guajira), reindustrialización, transición energética, protección de la amazonia y fortalecimiento de la economía popular, todas audaces y sobre todo distintas a lo que tradicionalmente se ha hecho, abrirán la puerta a un futuro promisorio para los colombianos, de eso no cabe la menor duda.
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