La selección incluye tanto caricaturas como artÃculos de opinión, ilustraciones, tweets, páginas de Un PasquÃn y, desde, luego, viñetas de Aleida. También hay un capÃtulo de material hasta ahora inédito, con una serie de desnudos que he dibujado desde 2005. Los siguientes son apartes de la introducción a la sección donde aparecen estos dibujos.
Cuando a mediados de la década pasada yo les contaba a mis amigas que querÃa hacer unos dibujos para una serie de desnudos que pensaba publicar o exhibir algún dÃa, ellas ponÃan cara de escepticismo. Y cuando les pedÃa que posaran para mà sus gestos sufrÃan una transformación que iba desde la risa tÃmida hasta el nerviosismo, la incomodidad y el desconcierto.
Este proyecto se me convirtió en un reto muy exigente por dos razones. Por una parte, se trata de mostrar una faceta desconocida de mi trabajo y a la vez romper el mito de que los caricaturistas sólo hacemos dibujitos burlones. Aunque el maestro Héctor Osuna es un gran pintor, en especial de retratos, la mayorÃa de los caricaturistas no nos distinguimos propiamente por ser artistas ‘serios’ y nos encontramos en un limbo entre los periodistas y los artistas.
El otro desafÃo tiene que ver con el ingrediente novedoso que uno pueda aportar al dibujar desnudos. Después de ver que Luis Caballero dibujaba como nadie la figura masculina, y de contemplar la perfección de la anatomÃa de la mujer en las obras de DarÃo Morales, es casi una herejÃa tratar de emularlos.
Por eso opté por una solución intermedia, que me permitiera combinar el dibujo que siempre he hecho con otras técnicas del arte tradicional, y las pequeñas dimensiones del block de dibujo con los grandes formatos de obras de museo. El resultado son 25 bocetos, de los cuales se amplÃa un detalle para convertirlo en un grabado de respetables proporciones que a primera vista parece un cuadro abstracto.
Este experimento visual, que en principio no tiene que ver con la caricatura está en la misma lÃnea, pues es un testimonio de lo que ven mis ojos. Estos trazos son mi interpretación de los cuerpos de esas amigas que generosamente aceptaron mi propuesta indecente, y fueron elaborados con la adrenalina producida por el pudor de ellas y el nerviosismo mÃo; con una intensidad que nunca se podrÃa haber logrado si los hubiera hecho a partir de fotos de una desconocida o en presencia de una modelo profesional, acostumbrada a que le escudriñen la piel con los ojos.
Y asà como ellas se expusieron ante mÃ, en este libro me presento yo sin ropajes ante los lectores. El turno del sonrojo es para mÃ.
DESTACADO: En este libro me presento sin ropajes ante los lectores.
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Colprensa
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