Las disposiciones gubernamentales hicieron que desde al año 2006 el Conservatorio del Tolima y la Institución Educativa Amina Melendro funcionaran como entes separados.
El primero enfocado a la educación superior y los estudios continuados y la segunda como colegio de bachillerato y de formación musical de niños y jóvenes, dentro de muy acendradas tradiciones locales.
Por supuesto cada entidad quedó a cargo de sus instalaciones, su cuerpo de docentes, su instrumental y con origen y destino de fondos muy preciso. Esa determinación no ha sido asimilada del todo por algunos protagonistas de la escisión y la sinergia que otrora funcionó entre dos entidades que se complementan a la maravilla se rompió, generando una brecha que nadie ha contribuido a reparar y que puede dar al traste con el emblema del departamento y un distintivo por el cual se conoce al Tolima y a Ibagué dentro y fuera del país.
Con la mentada separación se produjeron no pocos traumatismos pues una entidad quedó de competencia del departamento y la otra del municipio y si es difícil concertar con los mandatarios mucho más lo es hacer que los equipos funcionen coordinados y se complementen.
De hecho para mayor confusión y desconocimiento del escenario y los presupuestos el Amina Melendro se convirtió también en Conservatorio y allí se sucedieron rectores como en una época presidentes en el Ecuador. Y al Conservatorio del Tolima muy poca atención se le ha prestado desde la gobernación del departamento.
El asunto ahora es de supervivencia, eficiencia y eficacia, y, por supuesto, de evitar el canibalismo y el desperdicio de recursos. No se explica nadie la razón por la que a los alumnos del Amina no se les permite asistir a los talleres del Festival Internacional de Piano o la explicación a por qué se oponen en el Amina a la realización de un taller de luthiers que se va a efectuar en el Conservatorio del Tolima y hasta prefieren que el evento tenga lugar en Neiva.
Como nadie se explica cómo en lugar de emplear los recursos del Amina en dotar de servicios públicos al claustro entregado por la Alcaldía y que es patrimonio nacional, se destina a unas nuevas aulas carentes de servicios y con un estilo arquitectónico para nada compatible con la sede mencionada a lo que se añade un viaducto sin sentido que es solo una mole de concreto en la que se malgastaron recursos que podrían haber tenido un mejor destino.
Lo dicho: enfrentadas las dos instituciones solo podrán dirigirse a la disolución mientras que trabajando con generosidad y en coordinación pueden fortalecerse y cumplir a cabalidad con sus objetivos esenciales que no son otros que el progreso de la cultura, la formación de artistas y ciudadanos y la protección del alma tolimense.
Credito
EL NUEVO DÍA
Comentarios