El gran temor

Columnista Invitado

En 1930 Argentina empezó una espiral de descenso que hoy, 90 años después, no para. En mi modesta opinión, las claves se hallan en dos cosas.
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Decirse mentiras económicas como que los precios de la energía y el transporte sean una fracción de sus costos, entre muchas otras; y deteriorar las instituciones políticas, las políticas públicas y de justicia. 

Al final de los años cincuenta Cuba empezó una espiral de descenso que hoy, 60 años después, no para. Las claves se hallan en decirse mentiras económicas, como que los cubanos no debían someterse a los dictados e incentivos del mercado, y que la producción sería definida en unas hojas de papel (hoy de Excel) por un burócrata que determina qué, quién, cómo y para quién se produce, y quién gana y quién pierde; y deteriorar las instituciones políticas, las políticas públicas y de justicia. 

En los años setenta Venezuela empezó una espiral de descenso que aún, 50 años después, no para. Las claves se hallan en decirse mentiras económicas, como que los precios de la gasolina y el diésel debían ser una centésima del precio mundial; y deteriorar las instituciones políticas, la calidad del liderazgo, las políticas públicas y la justicia. 

En los años mil seiscientos España empezó una espiral de descenso que, según Ortega y Gasset, duró 300 años. Las claves se hallan en decirse mentiras económicas, endeudar al Reino, meterlo en guerras para perder, destruir su industria y su fisco; y osificar sus instituciones políticas y de justicia.

Estas cuatro lecciones son demoledoras. Cuando los pueblos hispanos cometemos errores nos empeñamos en ellos por espacio de medio siglo, un siglo o tres siglos. 

No es un tema de educación. España, Argentina, Cuba y Venezuela en su momento, (y aún hoy), eran los pueblos de habla hispana con los mejores indicadores de educación. Sí creo que es un tema de cultura, en términos de cómo se acostumbra a la gente actuar, qué riesgos se deja que enfrente, cómo se los convierte en mantenidos económicos y en inmaduros políticos. 

Colombia decidió empezar a decirse mentiras económicas cuando, en el gobierno Duque, a pesar de que los precios de los combustibles se duplicaron, decidieron subsidiar el 50%. Hoy los camioneros quieren el diésel subsidiado, los taxistas y motociclistas la gasolina subsidiada, y protestan si no se los mantiene así. 

Colombia está a punto de alterar a fondo sus instituciones políticas. Finalmente, la justicia colombiana hace tránsito a perdonarle todo a los malevos de todas las raleas, bajo la consigna de la Paz Total. Que bien podría llamarse el crimen total legitimado. Cuando se puede masacrar, violar, asesinar, robar niñas, esclavizar, traficar, expropiar, evadir y lo único que hay que hacer es esperar en el monte a la siguiente paz gubernamental, de las cuales ha habido 25 en medio siglo, según documenta el profesor Cepeda Ulloa, Colombia ya evolucionó a desbaratar su justicia. 

Las instituciones económicas (decirse la verdad todos los días), las políticas (escoger buen liderazgo y cambiarlo cuando se equivoca) y las de justicia (al que hace el mal le va mal y al que hace el bien le va bien), son frágiles.

Las malas decisiones económicas y las malas instituciones políticas y de justicia son a los países como las drogas a las personas. Una vez se las prueba es fácil volverse adicto. Una vez se cae en la adición es casi imposible recuperarse. El gran temor es que hayamos empezado a transitar una nueva etapa histórica que pueda durar décadas. O más.

 

JUAN CARLOS ECHEVERRY

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