Un “vibrador” balance

Columnista Invitado

En verdad resulta preocupante para nuestros conciudadanos, la observación del balance de lo logrado por el actual burgomaestre local, frente a lo verdaderamente realizado por su administración y su impacto en el desenvolvimiento de la ciudad.
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Así, al confrontar la anterior administración con la actual, apenas sí se ve como se disputan la paternidad de las precarias, nimias e inconclusas obras que la ciudad debió haber visto superadas de tiempo atrás, pues sale a la luz lo que no ha sido del tan anunciado acueducto complementario; o de las piscinas olímpicas, así como de otras varias obras, junto a los tan cacareados megacolegios públicos que “nada que arrancan a operar”, todo ello aunado a la falta de solución del sistema estratégico de transporte público, con lo cual “se le dio un portazo”, sin justificación alguna, a la oferta que la empresa privada ha venido haciendo de un metro o un parque automotor movidos por electricidad, para reemplazar el contaminante e irracional, en el cual sospechosamente continúa insistiéndose.

Lo que permite concluir que “la vibrante administración” al igual que su predecesora, poco o casi nada pueden mostrar como hecho en favor del desarrollo económico y la gestión del empleo que de tiempo atrás mantienen esta musical ciudad a la cabeza de las urbes afectadas por la pobreza y la falta de ocupación formal de sus habitantes, no obstante que en el discurso que una y otra pronunciaron en tiempos de sus preelectorales campañas, estos temas constituían, “disque” la prioritaria acción de sus futuros gobiernos, sindicando a sus antecesores de no haber hecho nada al respecto, evidenciando con ello que desde entonces su retórica carecía de propósitos serios y claros para devolverle la perdida dinámica económica a unas gentes ya casi colonizadas por la abulia y la desesperanza.

Bástenos mirar el tráfico que sigue siendo un caos en razón del excedente de buses y carros de servicio público que han crecido exponencialmente, acompasados con motos que entorpecen con su mal comportamiento y el deterioro de sus calles, el flujo normal de una ciudad escasa de vías tanto por su número como por la estrechez e irracionalidad de su diseño.

O el desorden que compite con cualquiera otra urbe, en cuanto al ruido y al caos que por doquier se enseñorean a manos del ejército de ventas ambulantes que nos ha invadido, extensión de unas plazas de mercado otrora adecuadamente ubicadas, pero hoy situadas en “el lugar equivocado”, yugulando el crecimiento urbano.

Por lo demás, en materia de seguridad ciudadana el ejecutivo municipal de hoy también “se raja” lo cual torna injustificable, que sin explicación alguna, mientras esto ocurre, nuestro flamante “vibrador”, se haya ido a vacacionar, como si todo estuviera bien.

Un penoso cuadro que reclama con urgencia la mancomunada decisión de sus habitantes, para suplir la “mala hora” que vive Ibagué.

MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ

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