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El Museo Rozo, aún muy desconocido en la ciudad, es un espacio que en el año 2016 fue abierto al público por su gestor principal, el escultor ibaguereño Israel Rozo. Queda ubicado en varios predios de la comuna 1 en el barrio La Paz de Ibagué, que fueron donados junto a su colección de alrededor de 500 obras, en su mayoría de la producción del mismo escultor; pero que también cuenta con piezas de importantes escultores del siglo XIX como el mexicano Miguel Noreña, y el antioqueño Marco Tobón Mejía, así como pinturas del tolimense Mario Lafont y otros contemporáneos de Rozo.
Israel Rozo nació en 1940, estudió dibujo y pintura en la Escuela de Bellas Artes de Ibagué en los años 60 donde fue alumno destacado del escultor belga Michel Lenz. Al graduarse dio clases de arte en algunos colegios de la ciudad y posteriormente ganó una beca para hacer un posgrado en la UNAM en México. Allí fue discípulo del conocido muralista David Alfaro Siqueiros, quien se encontraba realizando “La Marcha de la Humanidad” considerado el mural más grande del mundo y en el cual Rozo trabajó como ayudante.
A su regreso a Colombia se radica en Medellín donde desarrolla la mayoría de su obra escultórica y funda en 1976 la Academia de Arte Rozo, institución en la que se educaron cientos de jóvenes antioqueños durante cerca de cuatro décadas. Expuso en Brasil, México, además de Colombia y dejó instalados en Antioquia alrededor de 20 monumentos públicos, antes de cerrar la academia y tomar la decisión de abrir su museo en el barrio en el cual pasó su infancia.
Ya octogenario, y cansado de buscar los lánguidos apoyos gubernamentales para su obra social, consideró que debía entregar su legado y patrimonio a una institución que continuara su vocación, encontrando eco en el padre Diego Jaramillo, quien al frente de UNIMINUTO ha tenido la iniciativa de apoyar, crear y fortalecer diferentes museos e instituciones culturales en varios lugares de Colombia, como el Museo de la Nueva Esperanza en Tena Cundinamarca, al que le dieron para su cuidado 16 toneladas de material arqueológico, la Casa de la Segunda Expedición botánica en Mariquita y el reconocido Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá, fundado por el padre García Herreros en 1966, entre otros espacios.
Con el Museo Rozo probablemente surgirá una segunda facultad de artes en la ciudad, como lo anunció en el acto de donación el padre Jaramillo, y aunque la obra de ese museo hay que inventariarla y clasificarla en tanto definan la ruta que han de seguir, sin duda su gestión ayudará a crecer y fortalecer un poco más el panorama de las artes plásticas y la cultura en la ciudad.
Esperamos que además de la labor docente que pueda ofrecer la Universidad, abran y activen espacios expositivos que tanta falta nos hacen en el departamento, para una comunidad de artistas en constante crecimiento, ansiosos de tener mayores oportunidades de exhibición.
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