¡Que cese la barbarie en Venezuela!

Ricardo Ferro

Decía Jesús De Galíndez, el jurista y político español que fue secuestrado y asesinado en los años 50 del siglo pasado por orden del dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo, que “como todas las tiranías, el régimen de Trujillo lleva en su seno el germen de su ocaso. ¿Cuándo tendrá lugar? No lo sé”.

Y, según la película “La fiesta del chivo”, basada en la obra de Vargas Llosa, los años terminaron por darle la razón a De Galíndez: la era Trujillo terminó en 1961, cuando un grupo de opositores le dio muerte.

La historia de República Dominicana y de América Latina, más de medio siglo después, se repite con Venezuela.

¿Cuándo tendrá lugar la caída del dictador Nicolás Maduro? Nadie lo sabe, pero ojalá sea pronto, porque el vecino país ya no aguanta ni un muerto más, ni un preso político más, ni un atropello más.

El pueblo venezolano se viene pronunciando de todas las formas posibles para clamar por ayuda dentro y fuera de su territorio. Es hora de que el mundo ayude a acabar con el régimen de oprobio que se instaló en Miraflores hace más de 18 años.

El Ejecutivo colombiano, por ejemplo, por más ‘rabo de paja’ que tenga, debería dejar atrás esas posturas tibias frente a la administración de Maduro y levantar su voz con fuerza e indignación. ¡No más chantajes de parte del dictador!

Con Maduro todo es a las malas. No entiende razones. Deja dudas en los resultados de las elecciones. Se inventa asambleas constituyentes para desoír al pueblo. Mete a la cárcel a sus opositores. Tiene al pueblo pasando hambre. Controla los poderes militar y judicial para meterles miedo a quienes no están de acuerdo con él. Se rodea de colaboradores que están en líos o por narcotráfico o por violación a los derechos humanos. Y aplasta a los pacíficos manifestantes que desde hace más de tres meses se han lanzado a las calles a protestar contra su tiranía.

A Maduro le tiene que pasar lo mismo que a Trujillo, menos desde luego su muerte violenta. El fin de su era tiene que darse lo antes posible.

El mundo no tiene que parar. Es sencillo: simplemente no olvidarse de lo que está pasando en Venezuela y ayudar a que cese la barbarie.

Los países de América Latina, así como todos los demás del globo terráqueo, tienen sus propios problemas que resolver, pero eso no es óbice para dejar solo al pueblo venezolano. Recojamos las palabras de Mahatma Gandhi: “Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena”.

Y, finalmente, los militares venezolanos tienen que parar ya el derramamiento de sangre contra sus compatriotas.

“Maldito el soldado que apunta su arma contra su pueblo”, dijo alguna vez el venezolano y americano más grande de toda la historia, el Libertador Simón Bolívar.

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