Por los mismos días en que el Alcalde de Ibagué se enfrascaba en una nueva pelea con un empresario tolimense, en este caso el presidente del Deportes Tolima; en el país se generaba toda una polvareda por la petición formal de las Farc a la Dimayor de poder participar en el fútbol profesional colombiano.
Por la falta de conocimiento del burgomaestre en temas relacionados con el fútbol, parecería que está ‘cañando’ cuando habla de querer comprar el equipo junto a unos supuestos empresarios. Sin embargo, teniendo en cuenta el interés de las Farc por sacar un equipo profesional surge la duda: ¿será acaso que dentro de los “empresarios” que según Jaramillo están dispuestos a comprar el Deportes Tolima se encuentran los señores de las Farc?
Y es que una cosa es que los muchachos de “Timochenko” arranquen en el fútbol aficionado y vayan ascendiendo hasta llegar a la máxima categoría del profesionalismo -como sugirió el presidente de la Dimayor-, y otra muy distinta es que vayan a comprar uno de los oncenos del rentado nacional y que, para desgracia nuestra, precisamente sea el Deportes Tolima.
Entonces, por el bien y la tranquilidad de todos los tolimenses, y para evitar suspicacias, esto no puede seguir siendo una pelea del alcalde con apariencia de cortina de humo para desviar la atención por los problemas de inseguridad de la ciudad.
Seamos claros: Jaramillo no puede indefinidamente ser el vocero de unos supuestos empresarios que se mantengan en la clandestinidad, cuando está de por medio la compra de uno de los bienes más preciados de la ciudad: su equipo de fútbol.
Y no es que el suscrito esté en contra de que las Farc, en lugar de echar bala, jueguen fútbol. Pero, sin duda alguna, tampoco me imagino yendo al Estadio a hacerle barra al equipo “fariano”. A decir verdad, preferiría enfrentarlos en la cancha y derrotarlos por medio de goles y no como ellos vencieron a este gobierno: con secuestros, extorsiones, reclutamiento de niños y atentados terroristas.
Es sumamente importante saber de dónde provendrían los dineros para comprar un club como el de Ibagué. Qué tal que con tantas especulaciones sobre la fortuna de las Farc -avionetas que caen en fincas con miles de millones de pesos, empresas, inversiones y nuevos ricos con historias ‘macondianas’- termine manchándose el fútbol tolimense con señalamientos por posible lavado de activos.
Lo mínimo es que el alcalde Jaramillo le cuente a la ciudad si realmente hay algún interés por parte de las Farc de querer comprar el Deportes Tolima y si dentro de las conversaciones que han tenido funcionarios suyos con cabecillas de este grupo, como la que sostuvo hace pocos días el Secretario de Gobierno con alias “Donald”, se ha tocado o no este tema.
Por lo demás, no vale la pena pronunciarse sobre la pelea que plantea el Alcalde porque, parafraseando a César Pastrana, presidente de la Dimayor, el fútbol no es una piñata para andar repartiendo fichas. Esto es más complejo que juntar jugadores y salir a la cancha.
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