Por primera vez en Estados Unidos, se aprobó la legalización de la marihuana recreativa en los estados de Colorado y Washington. Ahora, el nuevo reto que enfrenta el país, es el de armonizar el enfoque prohibicionista federal con la visión regulatoria de las drogas cada vez más imperante a nivel estatal.

Aunque en Estados Unidos, 17 Estados ya han permitido el uso medicinal de la marihuana y recientemente dos más, su uso recreativo; la ley federal afirma que la marihuana es una droga ilegal. Al respecto, la corriente prohibicionista del uso del cannabis se remonta al siglo XIX cuando comenzaron las restricciones de su venta y se etiquetó esta planta como venenosa hasta llegar a la prohibición en todo el país,  en la década de 1920. Más adelante, en 1930 se creó el “Federal Bureau of Narcotics" como un departamento encargado de penalizar el transporte, posesión y consumo de marihuana. Fue solo hasta 1990 que comenzó el auge de la marihuana medicinal en San Francisco California y se permitió legalizar su uso en este estado, y en 16 estados más. Sin embargo, estas leyes  están en conflicto con las leyes federales, que clasifican el cannabis como una droga de Clase I de acuerdo con la Ley de Sustancias Controladas de 1970, definiéndola como de alto potencial para el abuso, no permitida para el uso, y riesgosa para el consumo aun bajo supervisión médica.

Este es uno de los principales desafíos del presidente Obama (que junto con sus antecesores George Bush y Bill Clinton han reconocido haber fumado al menos una vez, esta planta): el de armonizar una tendencia prohibicionista a nivel nacional con una clara perspectiva regulatoria a nivel local. La  Fundación NORML ha afirmado que la estrategia prohibicionista, no sólo no funciona, sino que da lugar a tasas asombrosas de muerte, enfermedad, delincuencia y adicciones. En contraste, una estrategia regulatoria no solamente cuenta con argumentos económicos a su favor sino también, con la tesis de que se le permitiría a la policía concentrarse en delitos de alto impacto en la seguridad como robos, atracos, agresiones sexuales y violencia doméstica, entre otros.