Hablar de política y de corrupción es untarse de lo mismo. No todos están en el mismo costal, pero los que no están se pueden contar con los dedos de Vargas Lleras o los respaldos a la paz de los uribistas. El cartel de la toga enlodó el poder judicial, que no todo está corrupto. Justos pagan por pecadores.
Y cuando se observan las listas de aspirantes a corporaciones públicas con vulgares criminales repitentes, sus descendientes o testaferros, se sienten ganas de sacarlos a todos a rejo del templo de la democracia, como en el famoso pasaje bíblico
Ellos son los que van a legislar para defender sus intereses que no son otros que la corrupción y la impunidad. Jamás defenderán los intereses de los pobres. No están interesados en que haya justicia ni reparación para las víctimas. Eso quedó sumamente claro en el vergonzoso entierro que le hicieron al proyecto de ley que otorgaba las curules para las víctimas de la violencia.
Recurrieron a toda clase de leguleyadas para hacerles conejo a las víctimas. Archivaron el proyecto cuando constataron que esas curules no las podían manipular. Que posiblemente no podían instalar allí a sus familiares o testaferros. Y eso no se puede olvidar. Esa cuenta se tiene que cobrar en las elecciones que se avecinan.
Los politiqueros que se alistan para que los elijan o reelijan como congresistas, son los que van definir el futuro del país que convirtieron en un estercolero. Lo del 8.000 que con tango orgullo arrastran Samper y Serpa es una pendejada frente a lo que vemos y padecemos hoy. Todo lo controlan y necesitan más poder para perpetuarse en el negocio que se fortalece con la violencia.
Mientras tanto las víctimas de la violencia vemos un horizonte lleno de nubarrones para nuestros descendientes porque su futuro puede caer en manos de vulgares delincuentes. Triste reconocer que a los de la generación de la violencia nos quedó grande el país y fuimos inferiores a nuestro compromiso con Colombia. Tan inferiores e indolentes que permitimos llegar a donde estamos.
La ética y la moral nada tienen que ver con nuestros políticos y en esto tienen mucha responsabilidad los armadores de profesionales, ensamblados para ganar dinero pero no para servir. Este es uno de los cuescos del racimo. Cortos en educación. Mal en cultura y peor en investigación. La justicia clama reforma hecha por juristas y no por culebreros. La inequidad sigue aumentando. Aumentan los asesinatos de defensores de los Derechos Humanos y el robo de tierras crece al ritmo de los intereses politiqueros y, para acortar el rosario, la reforma agraria, la verdad sobre el Palacio de Justicia y sobre los falsos positivos, no tienen futuro.
Bueno sería que la ciudadanía, especialmente la juventud, pensara en la importancia de no botar su voto. Que lo haga por candidatos con ética, con vuelo intelectual, con vocación de servicio, con reconocida y no fingida honestidad y que el amor por el Tolima no lo refundan con sus negocios personales. A lo mejor nos damos cuenta que no vale la pena votar por lo mismo y por los mismos.
Ñapa 1.- * Discutió con una gata que nada le entendió pero lo arañó. Fue y se lo contó a sus dos perros. Los tres se orinaron de la risa
*Varias horas dialogando sobre historia, literatura, la idea de iniciar un zoológico con una paloma, una gata y una vaca loca. Terminaron agados de tanta carcajada.
*La Gata López demostró que con plata, sin importar su origen, en Colombia se puede hacer lo que le venga en gana al del billete.
* A una educadora. Despedimos a la Profesora Ligia Sofía Cardozo Erlam, una maestra con vocación como lo fue su madre. Cincuenta años dedicada a formar niños con el cariño y dulzura que recuerdan sus compañeras de trabajo y sus ex alumnos. Generosa, alegre y excelente amiga. Para su familia, sus amigos y las compañeras de trabajo, un abrazo solidario.
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