¡Viva el P.C.!

Las recientes alianzas políticas en la cima del poder en Colombia, presentan a la mayoría de los partidos políticos existentes en nuestro país como organizaciones sin fronteras ideológicas que las diferencien radicalmente unas de otras.

Obvio, y es entendible, que la Unidad Nacional construida alrededor del presidente Santos, no parece contrariar ningún fundamento conceptual de sus aliados, además porque nadie los conoce. En este sentido, es justo y necesario, reconocer el papel que se ha otorgado el Polo como oposición política y conceptual frente al actual gobierno. ¿Que le dé réditos electorales?... eso ya es harina de otro costal.

Pero, quienes sí están blandiendo sus banderas ideológicas con admirable entusiasmo proselitista son los directivos del Partido Conservador. Y están en su legítimo derecho, así a muchos nos parezca la caverna reaccionaria de la política colombiana. Ellos –el Partido Conservador- históricamente han querido ser, y los han sido en cortos períodos de la historia patria, bien en la oposición o en el poder (en 23 oportunidades sin la memoria no nos falla), el brazo político de la Iglesia católica, apostólica y romana en Colombia.

Y son coherentes, con su prédica: condenan el derecho de la mujer a abortar aún en las tres eventualidades permitidas jurisprudencialmente; se oponen al matrimonio homosexual; están en contra de la eutanasia y la dosis mínima; se oponen a la solución negociada del conflicto violento; pertenecen a la órbita geopolítica liderada por EE.UU.; condenan cualquier intento de reforma agraria integral, es decir, expresan un pensamiento que se puede encuadrar en el espectro bien definido  de la derecha colombiana. Claro está que si llegan al poder en Colombia, vuelven añicos la Constitución de 1991.

Consecuentes como efectivamente lo son con su programa, guardan la sana ilusión electoral de lanzar a la Presidencia de la República en los comicios presidenciales de 2014 al actual Procurador Alejandro Ordoñez, y en verdad, no desentonan en la relación armónica existente entre el candidato y su ideología: anillo perfecto para ese dedo conservador.

Resulta interesante entonces, que el próximo y un poco lejano debate presidencial, tenga contenido ideológico desde sus inicios. Saludable para la democracia, aún más en estos momentos en los cuales la derecha a nivel internacional, se presenta victoriosa sobre todo en las elecciones del próximo domingo en España donde de seguro Mariano Rajoy del derechista Partido Popular derrotará sobrado a Alfredo Pérez Rubalcaba del Psoe.

Alentador para la democracia y la paz que los debates electorales giren alrededor de la sana y pacífica contradicción programática. Y, que la derecha conquiste sus propios espacios políticos. Sólo de esa manera se podrá aportar en aislar definitivamente la extrema derecha, aquella que en Alemania asesina inmigrantes; que con el orate de Anders Breivk masacra en Noruega 74 personas indefensas en nombre de los Caballeros Templarios. Y la de por acá, que consideraba que asesinar a comunistas no constituía delito. Bienvenida la derecha culta, pacífica y democrática. Y fuerza y ánimo a la franja de la izquierda democrática colombiana, para que la derrote.

Credito
CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO

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