Tenía que ser –como en efecto lo fue- un propósito criminal orquestado desde adentro y desde arriba del Estado. Esta circunstancia la acaba de confirmar el tristemente célebre Diego Fernando Murillo, alias 'Don Berna', personaje siniestro que sembró muerte, dolor y violencia en Antioquia y localidades vecinas, durante su tercer día de versión libre en testimonio dado desde una cárcel en Estados Unidos a un Fiscal de Justicia y Paz ubicado en Medellín.
Resulta obvio presumir que para avanzar en esos propósitos criminales lo primero que se requería era una organización criminal, en este caso, las llamadas autodefensas lideradas por Carlos Castaño.
Pero se necesitaba alcanzar otro eslabón, un poquito más que para estos nefastos efectos era nada más ni nada menos el aliado institucional, el socio estatal aportando información e inteligencia, que resultó ser el DAS representado por el director José Miguel Narváez.
Pero ya con esos dos peldaños, se necesitaba para alcanzar los propósitos criminales, otro poco más, y era el apoyo militar de sectores oscuros de la fuerza pública en estrecha alianza para alcanzar los objetivos delincuenciales, y ahí aparecen sectores importantes del Ejército, en especial la IV Brigada con sede en Medellín, que permitió a esa tenebrosa empresa de muerte cumplir a cabalidad sus propósitos.
Hasta aquí va la declaración de Don Berna. Sin embargo, falta un poquito más de información para tener una visión integral de los hechos: falta conocer el aliado político y empresarial. O sea, los nombres de los políticos y los empresarios que constituían el eslabón de cierre de la cadena criminal y que dicen operaban, o se reunían, en una terraza en Medellín.
Serios analistas de la actual realidad colombiana, han concluido en evidenciar que detrás de las inhumanas marchas de familias campesinas abandonando sus tierras debido a la presencia de sectores armados en sus parcelas, varios empresarios agrícolas conservaron intactas y además aumentaron las ganancias producto de sus inversiones.
Algunos de ellos –lo dicen las investigaciones– se asociaron con los criminales para acallar a sangre y fuego a los dirigentes sindicales y sociales de esos sectores geográficos de nuestra patria.
Otro tanto, hicieron varios personajes de la política colombiana que lograron alcanzar sus curules en el Congreso a partir de esa tenebrosa intimidación por allá existente.
De ahí, la importancia que Don Berna avance un poquito más en su confesión. Ojalá nos conceda esa oportunidad de conocer varios de los nombre de los asesinos escondidos detrás del poder político y económico en Colombia. Es justo y necesario, como dicen en misa.
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