Disparos al aire: Arroz con leche

Colombia, por estos meses, está probando un menú económico y social bastante agridulce. Los platos son costosos.

No por culpa de las fuerzas políticas opositoras al Presidente Santos como equivocadamente lo sostienen algunos de sus más encumbrados funcionarios. Se debe ante todo a la estructura económica vigente. Acaba de degustar un café bien amargo, y sobre todo muy caro: 800 mil millones de pesos con las galleticas del subsidio de Protección al Ingreso Cafetero. Ahora en la carta siguen los cereales, en especial el arroz que junto al café constituyen los cultivos con mayor cantidad de tierra utilizada, del que dependen muchos municipios, y sobre todo porque generan empleo. Los arroceros anuncian un paro para estos días, porque al igual que los cafeteros, están en la olla, o  sea, en la quiebra casi total.

El problema con los arroceros se vislumbra difícil de abordar y solucionar desde el principio. Los cafeteros en su mayoría permanecieron unidos frente a sus peticiones, circunstancia que no acompaña a los arroceros si se tiene en cuenta que los intereses de los productores no son los mismos que los de comerciantes e industriales de ese sector agrícola. Es más, algunos productores los consideran  –a esos industriales y comerciantes- una misma persona con dos nombres distintos que  conforman un poderoso oligopolio ajeno a sus intereses fundamentales. Y algo más grave, al final los arroceros no van a contar con el apoyo masivo del pueblo colombiano frente a sus reclamos, si se tiene en cuenta que importando arroz se favorecería transitoriamente al consumidor, y en este caso consumidor mata productor.

Pero, el menú ya está definido. Lo que puede variar es el orden en relación con el protocolo tradicional. Luego del café amargo y el arroz quemado deberían venir los platos fuertes que incluyen pollo y carne, cuya importación amenaza igualmente la estabilidad empresarial y económica de estos productores colombianos, que en pocos meses -de seguro- también anunciaran protestas  reclamando protección del Estado para poder sobrevivir bajo la tenaza inclemente de las leyes de oferta y demanda en este huracán impredecible de la globalización. Sin embargo, aquí es donde puede alterarse el orden tradicional  del convite por cuanto vendrían  primero -antes que los platos fuertes- algo de la sobremesa, en especial la leche. Los lecheros ya pusieron el grito en el cielo para clamar que no aguantan más en la competencia globalizada, y que al igual que los cafeteros y los arroceros, están en disposición de salir a protestar en las calles y caminos polvorientos de del campo colombiano, reclamando protección para sus productos. Son los gritos desesperados de auxilio lanzados por la industria y la agricultura nacional que cada vez más se hunden en la inestabilidad económica y social. Por ahora, antes de los platos fuertes, Colombia degustará en los próximos meses como parte de la bancarrota en la agricultura,  un arroz con leche bastante agrio.  Son señales de una crisis económica que presagia un futuro poco promisorio para Colombia. Infortunadamente.

Credito
CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO

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