Disparos al aire Tiempos viejos

Una prestigiosa revista de circulación nacional recordaba hace poco las ciudades que han sido capital de Colombia, distintas a Bogotá que lleva ese honor desde 1550.

Aunque parezca increíble para las nuevas generaciones de nuestro entorno, el Tolima como Departamento ocupa sino el primer lugar, si una destacada posición en contar con ese privilegio histórico posiblemente en competencia con Boyacá (Villa de Leyva y Tunja) y Bolívar (Cartagena). Más raro aún, para nuestros jóvenes, deben sonar los nombres de Domingo Caicedo y José María Melo, personajes que lograron convertir a Purificación e Ibagué en capitales del país por allá en los lejanos años de 1831 (no en 1814 como equivocadamente señala la revista Semana) y 1854.

O, sea que en esos tiempos el Tolima sonaba y tronaba en el escenario nacional. Luego volvió a ejercer liderazgos de corte conceptual y social en la década del treinta del siglo pasado con López Pumarejo, Darío Echandía y otros notables paisanos de reconocida trascendencia jurídica. Salvo contadísimas excepciones -por ahí dos o tres – los tolimenses no han vuelto a jugar en las altas ligas de la política colombiana como puntos de referencia histórica liderando avances en democracia y justicia social para Colombia. Si han sido varios de ellos, figuras de ingrata recordación por su turbulento pasado de corrupción, politiquería y clientelismo. Lamentable. Pero ya las nuevas generaciones tolimenses, a pesar de lo reciente, tampoco los recuerdan. Es más, no los conocieron ni padecieron. Afortunadamente.

Entonces, el Tolima parece que no tiene espacios de incidencia nacional donde pueda jugar con apuestas propias en beneficio de la región. No hablemos ya desde la opción de democracia integral, entendiendo que la actual coyuntura política nacional ha estado ubicada en la derecha y en el centro derecha. O sea, que los tolimenses que están en ese espacio son los que deberían asumir la responsabilidad de presentar opciones regionales con poder decisorio en la asignación de recursos y políticas de desarrollo para superar la pobreza y marginalidad que azota a la región. Pero, ni siquiera se unen para pedir un ministerio o un cargo de trascendencia presupuestal, desde donde puedan ayudar al Tolima. Por ahí andan, en las mismas disputas intrascendentales, fofas y ridículas de siempre. Cada región se merece a sus dirigentes, podríamos concluir parodiando una frase dirigida a las grandes sociedades.

Ante este sombrío panorama, y recordando cuando el Tolima fue grande y dos de sus municipios capitales de Colombia, sólo nos queda musitar las frases aquellas del coterráneo del Papa Francisco, el otro Francisco, nuestro inolvidable Francisco Canaro: “¡Que tiempos aquellos…eran otros hombres más hombres los nuestros”.

Credito
CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO

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