La ruana y el burro

El tema agrario, también tiene cosas agradables: nos lleva a recordar, pensar y soñar en el campo. Las nuevas generaciones, cuyas existencias han transcurrido en su mayor parte en las áreas urbanas no tienen esas vivencias que son patrimonio de quienes ya habitan del piso quinto existencial para arriba en cualquier ciudad colombiana.

Y, el recuerdo del campo unido a dolorosos fenómenos de violencia de la mitad del siglo pasado, que padeció por ejemplo el Tolima, le dan un cierto aire de nostalgia musical y poética que llega al alma. 

Quizás en ese sentido, el Tolima fue más musical que las demás regiones del país, y los poemas hechos bambucos en las voces de Garzón y Collazos o de Silva y Villalba, inmortalizaron musicalmente esos recuerdos del campo colombiano, y en nuestro caso, tolimense.

El campo son los árboles (los guaduales de Jorge Villamil que también tienen alma y que él los vio llorando) los llanos, (opaco el llano está, observó Cesáreo Rocha) el río (sobre todo el Magdalena que según Nicanor Velásquez Ortiz, amándolo la pena se hace buena y alegra el existir), las flores, las montañas, las mirlas y las cigarras, las laderas, los animales. 

Y cuando se habla de violencia en pasado y en presente en Colombia, se tiene que hablar de esos elementos naturales, más aún en los eventos donde se dialoga sobre un modelo de desarrollo agrario. 

Muchos sectores de opinión nacional e internacional, se asombraron con el discurso del jefe guerrillero más viejo del mundo que justificaba en Colombia una lucha armada de varias décadas y que había surgido de la pérdida en Marquetalia de unos cuantas vacas, gallinas y marranos. Pero no sólo Tirofijo perdió sus animales, también por la violencia los perdieron miles de familias, como lo recordaba Silva y Villalba: “Me quitaron el rancho con las vaquitas, que aunque eran tan poquitas eran de mi”.

Es el desarraigo campesino de ayer y de hoy. Hoy tiene también un extraordinario cantor que ha padecido ese drama, según lo registra en una extraordinaria entrevista Jorge Caraballo Cordoves para Arcadía: el Premio Nacional de Literatura Horacio Benavides: “Tarde sabrás/ que eran imprescindibles/la silla la mesa tu perro/ la flor que no veías”.

Con el paro agrario y la mesa de negociación ya próxima a ser instalada, volverán otra vez a nombrarse el campo y sus cosas. La capa del viejo hidalgo que se rompe para ser ruana. También aquel otro noble personaje que alguna vez citó William Ospina tomado de un verso de César Vallejo, para evidenciar lo difícil que resulta llevar la magia de las palabras al maravilloso mundo del cine: “Hoy fue domingo en las orejas de mi burro”. De todas maneras, el tema del campo vuelve y juega con expectativas históricas de indiscutible trascendencia, obvio, mucho más allá de los poemas y las canciones: en el duro terreno de la democratización del poder y la riqueza. Ojalá nos vaya bonito.

Credito
CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO

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