La agonía de la izquierda colombiana

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Esta semana los principales periódicos del mundo publicaron la foto histórica y triunfante para la izquierda democrática mundial, que registra el momento en que la presidente electa de Chile, Michelle Bachelet, recibía la banda presidencial de la presidenta del Senado, Isabel Allende, hija del expresidente Salvador Allende. Por esta semana también se registra en los principales medios la victoria electoral para conquistar la Presidencia de El Salvador del líder de izquierda, Salvador Sánchez, del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

También desde la Presidencia de la República con una alternativa de avanzar en democracia, o sea de izquierda, gobiernan en Brasil Dilma Rousseff, en Bolivia Evo Morales, en Ecuador Rafael Correa, en Perú Ollanta Umala y en Uruguay José Mujica, para no mencionar al polémico Maduro ni a Raúl Castro, ni menos a Ortega que gobiernan -con tesis de izquierda- en sus respectivas naciones.

¿Qué tienen ellos que llegaron al poder para gobernar a favor de las mayorías sociales de sus naciones, que no haya tenido la izquierda colombiana? Sencillo: la izquierda colombiana no ha tenido partido serio, organizado democráticamente y vocero legítimo de los sectores populares. Cosa distinta ha ocurrido en Brasil con el Partido de los Trabajadores (PT), en Bolivia con el Movimiento al Socialismo (MAS), en Chile con la vigencia del partido Socialista, el Partido por la democracia, el Movimiento Amplio Social, el Partido Comunista entre otros. En el Salvador con la existencia del Frente Farabundo Martí por la Liberación Nacional (FMLN). En Uruguay con el Frente Amplio. En el Perú con el Partido Nacionalista Peruano. En Ecuador con el Movimiento Político Alianza País.

En Colombia, decíamos, han perdurado históricamente los partidos defensores de un modelo oligárquico de organización social y, como cosa extraña, las nuevas organizaciones políticas que surgen en el panorama electoral también son defensoras del esquema neoliberal de organización económica y social. Es más, la oposición a la derecha gobernante corre por cuenta de la extrema derecha. Atrás quedaron como recuerdos esperanzadores Anapo, la Unión Patriótica, la AD-M19 y el Polo con la candidatura presidencial de Carlos Gaviria. Pero la izquierda democrática no tiene partido con opción real de poder para aquí y ahora, por eso no está unida y, por ende, el vigoroso movimiento social camina por un amplia avenida de inconformidad y la fuerza electoral de la izquierda por una trocha pedregosa y solitaria sin rumbo definido.

Si bien es cierto en las pasadas elecciones se logró dos o tres triunfos históricamente significativos, ellos obedecen más al talante, el carácter, la valentía y el profesionalismo, individualmente considerados de los ganadores. Pero ningún partido de izquierda superó la desesperante marginalidad política. Por eso, con infinita calma existencial, los demócratas colombianos de izquierda democrática deben persistir en consolidar su partido. No hay más opción. El triunfo tendrá que llegar, y llegará. Pero se avizora lejano.

Credito
CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO

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