La Jurisdicción Especial para la Paz, con la decisión tomada por unanimidad en la Sección de Revisión, de suspender el trámite de extradición que se adelanta por petición de Estados Unidos contra Seuxis Paucias Hernández, más conocido como Jesús Santrich, comprobó que la JEP no es un organismo judicial pintado como adorno en la pared, sino una instancia jurídica que actúa conforme los objetivos teleológicos de convivencia nacional y en especial, con respeto a la garantía constitucional del debido proceso.
Lo anterior, meritorio para quienes respaldan los procesos de negociación adelantados con grupos alzados en armas, y condenable por quienes no comparten los fines y contenidos de estos procesos, y al contrario, siempre han pretendido “hacerlo trizas”.
Quienes celebran la decisión de la JEP, argumentan que con ello se favorece a las víctimas, la verdad y la no repetición. Sus contradictores, para hablar sólo del Centro Democrático, califican la decisión de arbitraria, imperio de impunidad, falta de neutralidad y favorecimiento al terrorismo.
Para ellos, ya en el caso de Uribito la extradición no existe legal ni constitucionalmente. Pero reclaman que se aplique rapidito para Santrich. O sea, lo ancho para los otros, lo angosto para ellos. Sin soslayar, la tesis del llamado por Antonio Caballero, “zoquete” Andrés Pastrana, quien afirma que la JEP pretende ser un súper poder por encima de la Fiscalía General.
En defensa de la no extradición, y en apoyo al proceso de paz y sus garantías, varios juristas de amplio reconocimiento nacional, sostienen que Santrich no ha cometido delito alguno. Sin embargo, la decisión anunciada por la JEP a través del Magistrado Bobadilla, de asumir la competencia para conocer la solicitud de aplicación de garantía de no extradición de Santrich empieza hasta ahora a recorrer un camino jurídico no de rosas, sino de espinas. Y eso, que la JEP no se pronunció en relación con la petición de nulidad de la medida de aseguramiento.
Sus contradictores jurídicos cuentan con poderosas tesis que empezarán a disparar desde ya para derrumbar y destruir esta primera y loable aparición de la JEP. Y es armamento pesado: la falta aún de la revisión de la Corte Constitucional de la Ley Estatutaria y el visto bueno del Congreso a las normas de procedimiento, normas esenciales para definir y delimitar competencias.
Todo largo camino empieza con un primer paso, y la JEP ha dado inicio a esta jornada por alcanzar paz duradera y estable en Colombia. Y no camina sola, va acompañada de la Comisión de la Verdad y la Unidad de Búsqueda de Desaparecidos. Ojalá puedan culminar con éxito esta larga marcha. ¡Buen viento y buena mar!
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