La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), como novedosa institución de justicia transicional de búsqueda y apoyo a la Paz, ha resistido poderosos embates que incluso amenazaban derrumbarla apenas iniciaba sus funciones. Pero, afortunadamente, con el paso de las semanas se ha consolidado en búsqueda de sus objetivos.
Hace pocos días, el tema sobre su competencia en relación con el juzgamiento de militares, se convirtió en motivo de discusión, en un sano ambiente de convivencia política entre antiguos contradictores. También la JEP ha recibido, en este culebrero camino de pacificación nacional, el expreso apoyo de muchos países y de organismos multilaterales como la Onu y la Unión Europea; a su vez de la Corte Penal Internacional, que apuntala su actuar en pos de sus fines estratégicos, que miran con esperanza. En efecto su Fiscal, James Kirkpatrick, recordó que de no cumplirse con lo pactado en los acuerdos, la C.P.I. podría asumir el conocimiento de las causas contra los militares quienes quedarían sujetos a las sanciones previstas en la legislación penal internacional.
Uno de sus propósitos está centrado en conocer la verdad sobre hechos trágicos acaecidos en décadas de conflicto interno. Y, la JEP ha logrado credibilidad y confianza en protuberantes actores de la violencia, que con sus relatos nos ayudarán a entender mejor las raíces de este fratricidio. Y están pidiendo pista para hablar varios duros. Entre ellos, el tristemente célebre Salvatore Mancuso, que en caso de ser aceptado en la JEP, augura desde ya una cantata espectacular, que debe de tener temblando, a lo largo de la geografía nacional, a personajes y gente “divinamente”, o sea de las más altas esferas sociales, empresariales e institucionales.
Y, en verdad, hasta ahora los relatos dados en la JEP, estremecen; las historias de los secuestrados por las antiguas Farc son desgarradoras, producen espanto por el sufrimiento abismal soportado. Más temprano que tarde, también serán escuchadas las narraciones de otros actores activos y pasivos, incluyendo a los ejecutores de esos crímenes atroces de lesa humanidad, que eufemísticamente llamamos “falsos positivos”. A su turno serán oídos los denominados terceros, que tras la nube de su prospera vida empresarial ocultan patrocinios y financiamientos tenebrosos.
La conmoción humanitaria frente a ese oscuro período histórico de degradación y abyección, apenas comienza.
La JEP está cumpliendo bien su papel, para que nunca más vuelvan a doblar las campanas por la muerte violenta o sufrimiento de un colombiano a manos de otro.
“…..La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti.” John Donne, citado por Ernest Hemingway.
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