La Declaración de Iván Márquez, en compañía de “Santrich”, “El Paisa” y “Romaña”, de regresar al oscuro y tenebroso escenario de la guerra, constituye una decisión históricamente desacertada, dentro del precario proceso que se adelanta por conquistar y consolidar una paz estable y duradera para Colombia.
Sobre todo, por abandonar las bases esenciales del Acuerdo de Paz logrado en La Habana, donde él actuó como negociador. En especial, por desconocer la inutilidad de las armas para generar los cambios sociales requeridos con urgencia en nuestra nación. También, al soslayar avances humanitarios y democráticos, reconocidos como exitosos mundialmente, como lo son, entre otros, el diseño e implementación del Sistema de Justicia Transicional, donde la JEP juega papel trascendental, en el reconocimiento de derechos a las víctimas, a la verdad, justicia, reparación y garantía de no repetición. Conjuntamente con otras instancias de este nivel, como la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas y la Comisión de la verdad. Lo anterior, sin repetir, los logros en disminución de homicidios, desaparecidos, secuestrados y desplazados.
Ello, a pesar de tantos escollos, incumplimientos, saboteos y jugaditas, liderados por la derecha en el expreso ataque al Acuerdo y su eficaz implementación. Y del continuo asesinato de líderes sociales, sin respuesta efectiva del Estado en su defensa.
Iván Márquez, sin querer queriendo, terminó aliado a Uribe, con su equivocada, aunque entendible vuelta a las armas, al considerar ineficaz e innecesario el actual Proceso de Paz, al que equipara tendenciosamente como sólo indulto e impunidad. La derecha, fortalecida impulsará opciones guerreristas, a corto y largo plazo; buscará de inmediato acabar con la JEP; torpedear avances alcanzados, en especial, desconocer derechos de antiguos combatientes de las Farc, que hoy cumplen su palabra empeñada de fortalecer la paz y convivencia nacional, y que el país debe rodear, proteger y acompañar.
La salida de Márquez no impacta estructuralmente el proceso de paz. Aunque, el regresar a la guerra resucitando a Marquetalia, tendrá altos costos en vidas humanas de compatriotas, en especial de campesinos que como siempre son los afectados directa y cotidianamente por este flagelo. Y fortalecerá el discurso guerrerista del Presidente Duque en su calidad de ventrílocuo mayor del Presidente “eterno”. Ascienden los vientos de guerra. De ahí la importancia, de buscar la unidad nacional pro-paz, más allá de esporádicas diferencias electorales. Ni un paso atrás, en este difícil recorrido de paz, esperanza y futuro promisorio para nuestra patria.
Comentarios