Al oído de Sergio Fajardo

Guillermo Pérez Flórez

Le atribuyen a Einstein la frase de que locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados distintos. Y eso parece ser lo que sucede en la campaña de Sergio Fajardo. Se actúa como si no hubiese conciencia de los yerros de la Coalición Centro Esperanza, sobre la cual podría escribirse un manual: cómo perder elecciones sin morir en el intento. Fajardo está en mora de dar un giro copernicano.
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De lo contrario va a vivir una larga e insoportable agonía. Insistir en el ‘centro’, como un lugar equidistante entre dos hipotéticos ‘extremos’, ha sido un craso error. Eso de que el país está polarizado es un cuento ‘chimbo’, para decirlo en la refinada gramática de Vargas Lleras. Toda elección presidencial supone una confrontación de tesis, tanto aquí como en Cafarnaúm. Ubicarse en el ‘centro’ conduce a estar descalificando a unos y otros, en lugar de afirmarse en las tesis propias, en un momento en que se necesitan respuestas concretas a problemas concretos. No existe nada más abstracto que eso del ‘centro’. La polarización es entre cambio o continuidad. Colombia no puede seguir por el camino que va, pues la realidad es que va mal, bastante mal. Y no se están imprimiendo correctivos.

Se insiste una y otra vez en las mismas recetas que nos han llevado a ser uno de los países más corruptos y desiguales del planeta. La situación social y política es insostenible. No hay palabras para describirla sin que suene dramática. Millones de personas sobreviven en condiciones indignas, buscando su alimento en la basura, mientras las mafias y los clanes políticos saquean al Estado a plena luz del día. Federico Gutiérrez tiene posibilidades de ganar la presidencia en razón del apoyo burocrático y de la exacerbación del miedo a Gustavo Petro, pero carece de propuesta de país. Es más de lo mismo. Hereda un proyecto agotado, que tuvo la posibilidad de transformar a Colombia y no lo hizo. Un discurso que se limita a azuzar que Colombia se puede convertir en otra Venezuela, cuando el peligro es que terminemos como Haití. El dilema real es: ¡regeneración o catástrofe!, para decirlo en palabras de Núñez. Hay que estar ciego para no verlo.

Sí Fajardo aspira a ganar tiene que ‘patear el tablero’ y ponerse a la vanguardia del cambio. Estar dispuesto a hablar y a pactar un nuevo rumbo con todas las fuerzas políticas, económicas y sociales que quieran rectificar dentro de un marco de estabilidad y sostenibilidad. Interpretar a millones de personas que anhelan vivir en una Colombia justa y en paz, hastiadas de cómo se ejerce el poder público, de cómo se le pone al servicio de una minoría plutocrática en complicidad con una clase politiquera dedicada al usufructo doloso del mismo. Fajardo: convierta la primera vuelta en una ‘consulta interpartidista’ con el ‘Pacto Histórico’. Sí. Hable con Petro, y acuerde una agenda de cambio. Eso puede suscitar la emoción que se le demanda a la campaña. Participar en política tiene sentido si es para ayudar a producir transformaciones que le cambien la vida a la gente. Usted tiene el factor humano y las credenciales democráticas para liderarlas, por eso votaré por usted, pero con sinceridad le digo que en esta oportunidad no se puede ir a ver ballenas. Hay que escribir una nueva historia.

GUILLERMO PÉREZ

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