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Tradicionalmente, el ministerio de Defensa ha sido una fortaleza del establishment. A él no podían llegar ‘liberaloides’ y mucho menos ‘mamertos’. Era para los ‘duros’ entre los ‘duros’. Para ‘halcones’, no para ‘palomas’, salvo que fueran de apellido Valencia. Ese enfoque trasnochado, respondía a criterios de la guerra fría, a la teoría del ‘enemigo interno’. Pero recordando a Bob Dylan y su célebre canción, hay que decir que los tiempos están cambiando. El presidente Petro quiere recuperarle a las Fuerzas Armadas, y en particular al Ejército, la respetabilidad destrozada por los eufemísticamente llamados ‘falsos positivos’, en realidad ejecuciones extrajudiciales. Llegados a este punto, hay que recordar al General Luis Alberto Suárez, hoy en el olvido, quien como inspector general investigó esa noche de horror que deshonró a nuestras fuerzas militares. De no haberlo hecho, quizás hoy no tendríamos ejército.
Ese ministerio tiene desafíos más importantes que enfrentarse a la población indígena o campesina, hacer propaganda o comportarse como fuerza de ocupación en las zonas alejadas. El principal es quitarle espacio a lo que el presidente Petro llama las ‘bandas multi-crimen’, dedicadas al tráfico de drogas ilícitas, la minería ilegal, el contrabando de gasolina, armas y autopartes, que actúan en asocio de cárteles extranjeros. Un centenar de municipios son ‘tierra de nadie’ y las fronteras siguen siendo porosas. Ejercer soberanía y evitar que fuerzas mercenarias y bandas criminales sigan delinquiendo es la prioridad. Otro frente trascendental es contribuir en la lucha contra el cambio climático, una de las preocupaciones de Petro. La protección de nuestros bosques y páramos debe ser de interés nacional. La tala de árboles causa la pérdida de cientos de miles de hectáreas de cobertura arbórea cada año (un promedio anual de 147.946 hectáreas). El cincuenta por ciento de nuestro territorio está cubierto por bosques, y es insuficiente lo que hacemos para cuidarlos. Según Save the Amazon, en la región Caribe, el 80% de la deforestación ocurre sobre la zona montañosa de la Sierra Nevada de Santa Marta, que es el regulador hídrico de la región norte del Caribe y abastece a cerca de 1.5 millones de habitantes. En la capital de Magdalena no hay agua.
La senadora Cabal cree que el Ejército es una fuerza letal de combate para entrar a matar. ¡Qué equivocada está! Senadora. Necesitamos unas fuerzas militares para la vida, el ministro Velásquez tendrá que despolitizarlas y conseguir que se deban a todos los colombianos y colombianas, sin excepción. Modernizarlas, volverlas defensoras de derechos humanos y el principal soporte contra el cambio climático y la atención de desastres, en virtud de sus capacidades logísticas y presupuestales. Según el Banco Mundial, en 2020 Colombia invirtió en gasto militar el 3,4 % del PIB, lo cual lo ubica en el primer lugar entre los países de América Latina. A cuidar fronteras, bosques y páramos. Sé que Velásquez lo entiende bien. Algo va de él al deslenguado ministro Diego Molano o a Guillermo Botero, quien creía que el aumento del hurto en Vichada era porque la gente dejaba la ropa extendida. ¿Lo recuerdan? Sí, los tiempos están cambiando.
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