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Me pareció una buena fotografía del futuro, un futuro relativamente cercano, pero al final de cuentas futuro. Esta semana, Jaime Varela, exitoso emprendedor tolimense, apasionado de la tecnología, en una reunión en la Universidad de Ibagué, me presentó una foto de ese futuro, pero ya convertido en presente, un desarrollo llamado ChatGPT, lanzado hace apenas unas semanas.
Antes de hablarles del ChatGPT comencemos por definir lo que es inteligencia artificial: “Es una rama de la informática que se dedica al desarrollo de sistemas y algoritmos capaces de realizar tareas que requieren inteligencia humana, como el razonamiento, el aprendizaje, el lenguaje y la percepción. Estos sistemas utilizan datos y algoritmos para imitar el pensamiento y el comportamiento humano, y pueden ser utilizados en una amplia variedad de aplicaciones, como la automatización de procesos industriales, el reconocimiento de voz y de patrones, el diagnóstico médico y la traducción automática. Tiene el potencial de transformar la sociedad y la economía de manera profunda, ya que puede reemplazar a los trabajadores en ciertas tareas y brindar soluciones más eficientes y precisas”.
La anterior definición entrecomillada, por supuesto, no es mía. Más aún, no es de nadie. De hecho, no podrían acusarme de plagio si no la entrecomillara porque su autor no es una persona, es un robot, precisamente el ChatGPT. Verlo en acción me hizo casi alucinar. Varela le pidió componer un bambuco a los emprendedores tolimenses, y lo hizo, letra y música, y todo en menos de un minuto.
Tengo la percepción de que todos los asistentes estaban tan impresionados como yo, comenzando por Alfonso Reyes, el rector de la universidad, quien seguramente pensando en voz alta, me dijo, o dijo para sí mismo: “Los exámenes tienen que ser orales”. Salí directo a mi computadora y entré a la página de Open AI (chat.openai.com) para probar esa herramienta. Aún no salgo del asombro. Este desarrollo está al límite de lo imposible, que para mí es que una máquina pueda tener emociones y tomar decisiones basadas en valores éticos y morales. Aún es imperfecto, como los humanos mismos. Lo que no sabe se lo ‘inventa’. Le pedí, por ejemplo, que escribiera un ensayo sobre Darío Echandía, y lo hizo, pero afirmó que había nacido en Medellín y que había construido el canal de Panamá. Tiene propensión a ‘mentir’ compulsivamente. Esto, sin embargo, no le resta mérito. Le pedí también cosas triviales, como que escribiera un poema para mi perro Max o que me diera instrucciones para subir una escalera. Por supuesto, está muy lejos de ser Julio Cortázar, ¡a Dios gracias!
El 17 de diciembre de 1903, Wilbur y Orville Wright, hicieron volar el primer aeroplano del mundo, durante 12 segundos, cubriendo 36 metros sobre la bahía de Kitty Hawk en Ohio. Cinco años después los aviones se comenzaron a usar en Estados Unidos y Europa, revolucionando el transporte de pasajeros y carga. El futuro del que nos alertaron ya está aquí. Más nos vale abrir los ojos y actuar en consecuencia. El ChatGPT escribe perfectamente en inglés y español, es gratuito y puede hacer cantidad de cosas, entre otras dejar a muchas personas sin empleo. Ese es el costado oscuro. Tiene otro que es luminoso, iridiscente e incluso, incandescente: hace las cosas en una fracción de tiempo muchísimo menor que los humanos.
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