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Algunos están de bulto, tanto que a veces pienso que casi es innecesario referirse a ellos. El desempleo, con énfasis en el juvenil, por ejemplo. La semana pasada aludí a él, y alguien me escribió pidiéndome que no me repitiera, que ya había escrito varios artículos sobre esto. A decir verdad, es la realidad la que se repite. Precisamente por esto, ahora más que nunca, Ibagué y el Tolima necesitan conversar.
Hay un asunto poco tratado, que es fuente de problemas, el ordenamiento del territorio. Allí se originan muchos de los males de la capital musical, entre ellos los de movilidad, la falta de agua, el deterioro de las vías y el desempleo, aunque no lo parezca. Antes que todo una precisión: cuando hablo de ciudad incluyo también la zona rural, que es el 96 % del territorio (143.900 hectáreas), y que no obstante es objeto de olvido. Es ahí en donde comienzan los desbarajustes, pues se descuida lo rural tal vez porque solo tiene 33 mil habitantes. Ahora bien, en el futuro la proporción entre suelo urbano y suelo rural podría cambiar, puesto que el área de expansión es muy grande (1.520 hectáreas) y la suburbana más aún (2.780 hectáreas). Entre las dos conforman un espacio casi tan grande como el total de suelo urbano (4.469 hectáreas). O sea, tenemos suelo para desarrollar los próximos 100 o más años.
Pregunto: qué tan bueno es extendernos. Una ciudad es más que una agregación de construcciones. Las personas necesitan no solo dónde dormir, sino también servicios (acueducto, alcantarillado, luz, gas e internet) escuelas, colegios, centros de salud y dónde trabajar. Lo ideal es laborar o estudiar cerca de donde se vive. Cuál es el tipo de ciudad que queremos. ¿Una que cruzarla suponga una hora y más? Miren el drama bogotano, se pierden varios millones de horas al día, precisamente por la forma como está (des) organizada. Tiene la peor movilidad de América y la cuarta peor del mundo, después de Estambul, Moscú y Kiev. ¿Vamos a imitar esos modelos? La movilidad ibaguereña se está tornando insufrible.
Ibagué tiene aún mucho suelo sin desarrollar en lo urbano. Creo que podemos y debemos crecer hacia adentro. De hecho, es urgente poner en marcha un plan de renovación urbana, que permita una Ibagué más dinámica, segura y sostenible, que les sume a sus ciudadanos, para que ellos, a su vez, puedan sumarle a Ibagué. Ese círculo virtuoso es lo que genera oportunidades. Desde la perspectiva de la bioeconomía, por ejemplo, el problema de desempleo que se sufre en lo urbano, podría encontrar solución en el ámbito rural, con el turismo de naturaleza (observación de aves, senderismo, turismo rural, etc.) tenemos un enorme potencial. Todo esto tiene que ver con el ordenamiento del territorio, asunto en el que experimentamos grandes rezagos. Puede decirse, sin temor a equivocarse, que en este aspecto hemos perdido una década. Necesitamos repensar Ibagué. Y ello supone repensar el Tolima. Reitero lo dicho en múltiples oportunidades: los problemas de la capital son, en buena parte, reflejo de los problemas de los municipios. Tenemos que sentarnos a conversar.
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