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Represión que produjo más de cuarenta muertos y muchos lesionados y torturados y que fue condenada por la ONU y el anterior Defensor del Pueblo, quienes le propusieron al gobierno implementar reformas que garanticen la protesta y armonicen su ejercicio con los derechos de terceros y evitar los abusos policiales. Sin embargo, el gobierno, en lugar de escuchar y acatar dichas recomendaciones hizo todo lo contrario y en un trámite exprés, logró que el Congreso aprobara la ley de Seguridad Ciudadana, cuya esencia es el aumento de las penas, cuando ya está probado hasta la saciedad que esa medida no disuade a los delincuentes.
Son muchas las críticas que se le están haciendo a esta ley porque sobreprotege a la Policía, agravando las penas cuando se comete un delito en su contra y ampliando la denominada “legítima defensa privilegiada”, presumiendo que esta circunstancia se da no solo cuando se repele a quien ingresa arbitrariamente a la morada de otra persona, sino que también se presenta a favor de quien se transporta en un vehículo, estimulando de esta manera la violencia privada contra los manifestantes y el aumento de prácticas paramilitares.
Mientras el sancocho de cocina, nos toca ver por televisión, homenajes a criminales, propaganda oficial a los licores que produce el estado y a los juegos de azar y en el Tolima que el Partido Liberal le dio cabeza de lista a la cámara a una importada, que es la reina de los juegos de azar, mientras el Nuevo Liberalismo renace moribundo.
Y como no hay totuma para repartir el sancocho, la señora de cabello blanco nos tiene con las canas de punta con la avalancha de cargos -1.200- que se acaban de crear en su entidad, dizque para dar cumplimiento a una sentencia de la Corte Interamericana, cuando todos ya nos dimos cuenta que son parte de la mermelada que va a repartir el gobierno, para aceitar sus maquinarias electorales.
En medio del despelote, reconforta el gesto de ética que dio Humberto de la Calle, al suspender su columna en El Espectador por considerar que al estar aspirando al Senado, su continuidad en el periódico podría interpretarse como una ventaja indebida. Gesto que no se dio en el Tolima.
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