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Con alambre organizaron dos collares hasta la cintura, hicieron colección de tapas a las que le pusieron colores y medallitas para adornar el pecho. Un grupo de niños con camisas rojas y amarillas organizaron sus caballitos de palo.
Se llegó el día. En el centro del salón sentaron al rey, y sin música ni discursos el rey se pone de pie y comienza a caminar con sus damas de honor hacia el patio donde le hacen calle de honor los de la cabalgata. De pronto un profesor les pregunta, ¿Qué están haciendo? Coronando un rey. ¿Sin discursos, ni música, ni oraciones, eso qué quiere decir? Que no creemos en pendejadas, responden los niños en coro.
Otra historia: en estos días de tanta polarización y conflicto en este país, qué bueno volver a repasar el pensamiento de uno de los hombres más grandes del mundo a través de los tiempos, como Mahatma Gandhi.
Su legado es enorme y su vida materializó los valores en los que siempre creyó y por los cuales luchó: amor para los otros, sacrificio, disciplina y no violencia contra los violentos. Y aunque parezca increíble con esta hoja de ruta, como dicen ahora, logró dos cosas. Liberar a la India del yugo inglés y darle a su patria y al mundo las ideas de concordia, paz sin remordimiento y vida para los otros. Su vida fue un ejemplo inspirador para las luchas que más tarde libraron Mandela y Luther King, quien señaló: “Dios me dio el mensaje y Gandhi me proporcionó el método”.
Es famosa su respuesta a la fuerza con la palabra y la formulación de su modelo de oposición silenciosa, pasiva, sistemática y organizada. En su autobiografía, entre otros sucesos recuerda cuando viajó a Pretoria y fue sacado a la fuerza del tren, en una estación, porque se negó a cambiarse de la primera a la tercera clase destinada a la gente negra y también la paliza que recibió del conductor de un bus, cuando se negó a ceder su asiento a un pasajero de piel blanca.
Gandhi fundó una granja que llamó Tolstoy, donde acogió a los necesitados y desprotegidos y la respuesta de este escritor ruso se encuentra en una carta dirigida al Hindú, explicándole su concepto sobre la doctrina de la no resistencia, así: “Cuanto más vivo -y sobre todo ahora que siento con claridad la proximidad de la muerte- más fuerte es la necesidad de manifestarme sobre lo referente a lo que más vivamente interesa a mi corazón y sobre lo que me parece de una importancia inaudita. Es a saber: que lo que se llama no resistencia es al fin de cuentas la enseñanza de la ley del amor, no deformada todavía por interpretaciones mentirosas. El amor o, en otros términos, la aspiración de las almas a la comunión humana y a la solidaridad, representa la ley superior y única de la vida”.
Gandhi, representó el punto de inflexión frente a un ideal de civilización vacío, donde lo único que interesa es el bien material, el dinero, incapaz de hallar la paz y señaló que. “(…) La violencia es el miedo a los ideales de la paz…no hay camino para la paz, la paz es el camino”.
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