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Es increíble que, lo que se interpreta como vías en nuestro país, no tengan ningún tipo de planeación, prevención, SEGURIDAD, proyección y, por el contrario, sirvan para que se den ‘casos fortuitos’, como el reciente del Túnel de Los Venados en el sector de La Línea y, hace pocos días, la muerte del niño Milán Andrés Parra, quien cae al Río Magdalena, en la Noche de Navidad, mientras cruzaba por la vía peatonal, en el antiguo puente férreo que conecta a Flandes con Girardot. Absurdo todo. Ya no se puede definir a Colombia como ‘un país de irresponsables’ sino también como ‘un país de esbirros’ que atentan contra su propia gente. Adicionalmente, aquí nadie responde por nada ni por nadie y ‘las grandes obras’ sirven únicamente para colocar enormes placas recordatorias, con los nombres de los últimos que echaron ‘la paladita de arena’.
Y ni hablar de lo que se llaman vías terciarias. Es un tema ‘de locos’. A ninguno de los que representan al Estado le interesa o le conviene hacer un trabajo bien hecho, con calidad. De un lado, se llevan gran parte de ‘la tajada’ de la obra, para reinvertir en campañas políticas y seguir en ‘la mamasón’ y, por el otro lado, se hacen los de ‘la vista gorda’ en la planeación. Son vías para verano. Llegan épocas lluviosas como las actuales en nuestro país y se desbarata todo. Los más ‘jodidos’ son los habitantes de las regiones que sufren con las vicisitudes del clima: se perjudican los campesinos con sus productos, los estudiantes, los pacientes en las ambulancias, etc. De nada sirven ni los ‘megacolegios’, ni los ‘superhospitales’, ni los grandes ‘centros de acopio’, si no hay vías para acceder a ellos. Muy seguramente, tal vez, deja más réditos políticos y económicos construir que conectar.
En los países algo desarrollados, nada de eso sucede, ni puede suceder. Allá es más importante el bienestar de los individuos que cualquier otra cosa. En nuestro país, lo único que tenemos es una gran herramienta que el Estado se niega a promocionar: las veedurías ciudadanas para todo, absolutamente todo, en donde se dé la inversión del Estado. A estas se puede acudir y ejercer un verdadero control sobre los dineros del erario. Hay que ‘echar mano’ de ellas. Están en la Ley 850 de 2003.
Adendo: Plausible la campaña del analista político Eduardo Bejarano Hernández con el lema de “Tolimense vota tolimense”. Algo digno de resaltar. Es apenas obvio que los tolimenses voten por sus paisanos al Senado y no apoyen las ‘águilas cuaresmeras’ que llegan únicamente en época preelectoral, a prometer ‘lo divino y lo humano’. Después se pierden y los tolimenses, no los volvemos a ver. Ahora, aquí y de aquí, se tiene un buen número de candidatos. Unos cuestionados y otros no, pero como se dice, ‘hay de todo, como en botica’. Se debe entonces recurrir a la reflexión, a la ética, a la conciencia.
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