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Y, eso hay que abonárselo, al manejo que, a través de sus Agentes Negociadores, le dieron los gobiernos anteriores, al conflicto marítimo. Frente a las absurdas pretensiones de Daniel Ortega, es importante destacar el papel orientador que tuvo la excanciller María Angela Holguín Cuéllar, quien siempre mantuvo una posición fundamentada en la normatividad diplomática, totalmente ajustada al Derecho Internacional.
Pero… ¿qué había más allá de eso? Que se abortó una situación con la que ya, estaba jugando el país centroamericano: la exaltación del nacionalismo. Y… es que, la exasperación del patriotismo, es una variable que utilizan los gobiernos débiles para movilizar las masas y obtener su apoyo. Cada vez que, el gobierno “nica” veía su situación interna un poco más enredada, acudía a enarbolar las banderas nacionalistas y anti-colombianas.
Mejor dicho: “San Andrés, Providencia, Santa Catalina, Roncador y Quitasueño, son nicaragüenses”. Todo ello, con el propósito de despistar y apaciguar al pueblo nicaragüense. Ni más, ni menos. Estas formas, son elementos distractores y cortinas de humo que poco duran pero, que, coyunturalmente, llegan a tener éxito. En Latinoamérica, es utilizado, tanto por los regímenes de izquierda, como por de derecha. El caso más protuberante fue el de la llamada “Guerra de las Malvinas”.
Hacia 1982, a la Junta Militar Argentina, con una situación caótica en su país, le da por invadir a las Islas Malvinas, en manos de los ingleses. Indudable que, el pueblo argentino, delirante, “se volcó” a las calles a apoyar a sus “Generales” en el poder. La imagen del General Leopoldo Fortunato Galtieri, blandiendo la bandera argentina desde el balcón principal de la “Casa Rosada” en Buenos Aires, retumba en la memoria histórica de los Latinoamericanos.
En resumen, los ingleses retomaron las islas y hubo 649 soldados argentinos muertos y 1063 heridos. Los anglosajones tuvieron 258 bajas. La Junta Militar Argentina, fue separada, el 5 de Diciembre de 1983. Gran parte de su “disolución de facto”, se debió al malestar de la nación argentina frente a los atropellos y a la paranoia de los militares de la época, que utilizaron la exacerbación del nacionalismo, en provecho de sus propios intereses políticos.
En Colombia por fortuna, no se dio “el papayazo” de poder exacerbar el nacionalismo. No se pudo agitar la bandera de nuestro país, desde el balcón de la “Casa de Nariño”, como lo hicieron en la “Casa Rosada” de Buenos Aires. Sin embargo, se alcanzaron a dar declaraciones como “Una nación, defiende sus mares” y se ordenó “alistamiento grado uno”, a las Fuerzas Militares, ante cualquier eventualidad. ¿…?
De todas formas, gratitud a todos los que participaron en las Delegaciones Colombianas, ante la CIJ de La Haya, particularmente a los internacionalistas Carlos Gustavo Arrieta, Manuel José Cepeda, Eduardo Valencia Ospina e, indudablemente, a los Exministros de Relaciones Exteriores, encabezados por las excancilleres María Angela Holguín y Martha Lucía Ramírez. Además, porque no se pudo dar cabida a la exacerbación del nacionalismo “criollo”, para salir con quién sabe qué , tipo de disparates . ¡De la que nos salvamos!
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